Se
habla del alma como si en verdad existiera algo dentro de los seres humanos a
la que pudiéramos referirnos al hablar de ella. Cuando nacemos el mundo ya está
hecho y solo nos apropiamos del lenguaje para poder comunicarnos sin reparar en
las palabras y si estas tienen referente. Por más que se busque en el interior
de los seres humanos nunca se encontrará eso que acríticamente llamamos alma.
Se podrá tener fe en su existencia y fingir su existencia real pero nunca
mostrar y demostrar por ninguna vía su existencia. Los filósofos imbuidos por Platón
y después por los teólogos se encargaron en crear la ilusión de estar, el ser
humano, formado por una substancia pensante y una res extensa, en diversas
modalidades. Los racionalistas como Descartes hasta le encontraron su lugar de
residencia en el cuerpo.
Han
pasado más de dos cuatrocientos años y se sigue pensando como si el tiempo y la
ciencia no existieren y ningún avance en dicha materia se hubiera dado. Se vive
sin razonar, de manera acrítica. Este tipo de pensamiento está en boga como guías
de la vida. Lo más penoso es saber que, este tipo de personas nunca abandonarán
sus pequeños dogmas y los defenderán hasta la muerte. Ya el solo disentir basta
para que pongan ojos de basilisco.
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