domingo, 26 de mayo de 2013

MENTE SANA EN CUERPO SANO


                   

La máxima de los griegos “Mente sana en cuerpo sano”, es una abstracción que al llevarla a la práctica nos sorprende por su verdad concreta. Los ejercicios previos, que comúnmente llamamos "calentamiento" antes de hacer cualquier ejercicio, ya en forma, son una condición no solo para la preparación del cuerpo sino poner a disposición, de manera a priori, la mente para tal efecto. Es por decirlo así, una invitación a la voluntad de desplegar toda su capacidad para llevar al cuerpo a esa feliz aventura de plenitud.

El ejercicio encaminado a alcanzar la salud, a mantenerla o aumentarla es la condición primera de la felicidad. Es sabido que con el ejercicio el cuerpo libera dopamina, entre otros químicos, esto lleva al que hace ejercicio a un estado de alegría inmediata. Se siente la plenitud en esa unidad de cuerpo y mente. Ya Schopenhauer había hecho las observaciones sobre la personalidad y lo más importante, dice, es lo que uno es. El individuo se tiene de manera inmediata y tiene sus virtudes a la mano sin necesidad de mediación. De allí se sigue que tiene a la mano lo necesario para ser feliz.

En este mismo contexto, Nietzsche asegura que una filosofía de la vida alegre y vigorosa solo es posible en la salud. El débil o enfermo tendrá pensamientos de debilidad, de enfermedad y una visión de un mundo malo por sí mismo.

Quien no logre llevar a la práctica la filosofía griega de la salud a su vida diaria y en especial al ejercicio muscular no logrará salir de cosas generales y abstractas.  De la misma manera, quien no logre plasmar esa exuberancia corpórea en su pensamiento y en sus acciones solo dará una filosofía del pesimismo.

El pesimismo es el campo de la derrota. La salud mental y corpórea son los arietes de la victoria. Quien no logre revivir en su vida esta máxima griega estará a disposición de este mundo cada vez más enfermo. Más que cuerpo el ser humano de hoy lleva puesto un ataúd andante lleno de achaques y enfermedades latentes, en espera de la mínima condición propicia para acabarlo y una mente de vieja y nueva chatarra, a modo, ya no de pensamiento dinámico sino de simple software diseñado por manos ajenas y desconocidas.   

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