En México
se han creado artistas de plástico barato que producen arte barato. Ahora bien,
Emilio Azcárraga Milmo pronto se dio cuenta que a través de la creación de
gustos artísticos se podía alcanzar un buen lucro y por ende, el poder político.
No tuvo empacho en manipular los gustos más bajos para alcanzar grandes
audiencias y legar un imperio a su hijo, Emilio Azcárraga Jean. El padre creo
nexos indisolubles con el priato. Hoy esos nexos siguen dando dividendos
estupendos.
Los
presentadores de televisión de Televisa y en especial Raúl Velazco tenían la misión
de crear mitos (cuentos). José José fue uno de esos artistas creados que
presentaban “novedades creativas” y al pronto se les hizo que era una mina de
oro. No pudiendo llamarlo “El Rey”, (Ya estaba José Alfredo), lo bautizaron
como “El Príncipe de la Canción” y el negocio siguió. Cientos de “artistas” por
no decir casi todos, se han creado así, en la mediocridad.
Se dice
que la industria de la televisión se democratizó cuando Salinas Pliego compro,
a precio de bazar” lo que hoy es TV Azteca. Se dio pauta para que fueran dos
las televisoras que crearan artistas mediocres con guiones mediocres para
gustos mediocres.
Basta ver
toda la “pléyade” de estrellas que pululan en el firmamento artístico. Son la denigración
de la vida misma, Detrás de esos artistas esta la decadencia, la falta de
voluntad por la vida sana, por la vida fuerte. Hoy, es artista cualquiera que
pongan frente a un micrófono y una cámara de televisión. Rechazar este arte
mediocre es redimir el buen gusto y por ende la vida vigorosa, libre de
prejuicios, libre de los propósitos de poder político de las televisoras. El
pueblo es responsable y culpable de sus cadenas y desgracias por aceptar, con
buche de avestruz, por consumir ávidamente todo ese arte mediocre
indiscriminadamente.
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