martes, 28 de mayo de 2013

LA IGNOMINIA COMO ESPECTACULO



Ya se sabía que Emilio Azcárraga era un pillo pero su actuación en el estadio Azteca, en la final que ganó su equipo, nos dieron las pautas para conocerlo ampliamente. Se mostró tal cual es, con la bajeza de un señor que todo lo puede, que todo le está permitido. Está equivocado. Un ser humano por muy poderoso que sea o se crea nunca será más que una parte del todo.

Emilio Azcárraga, tiene la ambición de Lucio Catilina, quien quiso tiranizar al pueblo romano y fracasó. También tiene la misma limitación intelectual que Claudio, el Cesar que mandaba a matar a quien le estorbaba o molestaba y después, lo mandaba a traer para desayunar. Se le olvidaba que esa persona estaba muerta por consecuencia de sus órdenes. Esta es la médula de la personalidad de Azcárraga, poder, ambición e idiotez.
                                                            
Creyó que hacia una graciosada juvenil y se le volteo el chirrión por el palito. Hizo el ridículo a nivel internacional ante millones de televidentes. Su figura babeante le dio vuelta al mundo. Echó a perder lo que sus jugadores habían logrado con tanto esfuerzo. Ganó un campeonato de fútbol a un alto precio, tanto de dinero como de imagen. El descrédito que ganó lo posiciono como un ser decadente, ridículo y débil mentalmente. Solo el sistema y el dinero le han permitió nadar entre cosas materiales. Andar entre personas decentes le está prohibido, vedado de por vida.

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