Ya se
sabía que Emilio Azcárraga era un pillo pero su actuación en el estadio Azteca,
en la final que ganó su equipo, nos dieron las pautas para conocerlo
ampliamente. Se mostró tal cual es, con la bajeza de un señor que todo lo puede,
que todo le está permitido. Está equivocado. Un ser humano por muy poderoso que
sea o se crea nunca será más que una parte del todo.
Emilio
Azcárraga, tiene la ambición de Lucio Catilina, quien quiso tiranizar al pueblo
romano y fracasó. También tiene la misma limitación intelectual que Claudio, el
Cesar que mandaba a matar a quien le estorbaba o molestaba y después, lo
mandaba a traer para desayunar. Se le olvidaba que esa persona estaba muerta
por consecuencia de sus órdenes. Esta es la médula de la personalidad de
Azcárraga, poder, ambición e idiotez.
Creyó que
hacia una graciosada juvenil y se le volteo el chirrión por el palito. Hizo el
ridículo a nivel internacional ante millones de televidentes. Su figura babeante
le dio vuelta al mundo. Echó a perder lo que sus jugadores habían logrado con
tanto esfuerzo. Ganó un campeonato de fútbol a un alto precio, tanto de dinero
como de imagen. El descrédito que ganó lo posiciono como un ser decadente,
ridículo y débil mentalmente. Solo el sistema y el dinero le han permitió nadar
entre cosas materiales. Andar entre personas decentes le está prohibido, vedado
de por vida.
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