El
reto actual del ser humano concierne a la decadencia del Estado como
instrumento de gobierno. El actual Estado-nación ya no responde a las
necesidades del gobierno democrático. Los órganos del Estado (Legislativo, Ejecutivo
y Judicial), están al servicio de las grandes trasnacionales. El maestro
Lorenzo Meyer en su obra “Nuestra tragedia persistente” hace hincapié sobre la
falta de representatividad de los ciudadanos mexicanos ante el Congreso General
ya que los legisladores no representan a los ciudadanos sino a los intereses de
partido, personales y sirven a los interese de las trasnacionales; es evidente
que esto se extiende a los Congresos Locales.
No
solo el gobierno federal tiene una alta fiebre privatizadora; parece que hay
una loca competencia también en los gobiernos locales y en los municipios en la
privatización de todos los servicios. Ahora bien, lo que se les critica no es
solo que privaticen todos los servicios públicos sino la falta de una regulación
justa y equitativa en la prestación de los servicios. Son meros negocios sin
freno alguno a favor de las grandes empresas trasnacionales, nacionales y
extranjeras que al final aunque se les quiten las concesiones salen ganando,
haciendo efectivas las cláusulas de recisión.
Todo
se está privatizando y al parecer al pueblo no tiene la mínima intención de que
esto se haga de otra manera o no tiene claro cómo hacerlo. Si todo se está
privatizando ¿por qué no se cambia la forma de gobierno por el momento, haciendo
que los ciudadanos intervengan directamente en el, y gradualmente se va
privatizando el gobierno?, que por principios y al final de cuentas es corrupto,
inútil, costoso y malo. Esto al principio parecería una locura pero no lo es,
la locura consiste en sostener esa enfermedad llamada Estado en su actual condición.
Si ya no son los gobernantes ni los políticos quienes imponen las leyes en
beneficio de los pueblos sino las trasnacionales es mejor tratar con los
verdaderos gobernantes y no con sus personeros.
Saint
Simón sostenía en su obra “El sistema Industrial” que, como el objetivo
primordial del Estado tenía que ser la producción de manera organizada,
entonces el gobierno debería estar constituido por industriales de toda clase,
obreros, campesinos y empresarios de toda índole. Claro que esto debería estar
sujeto a la planeación de las mejores cabezas; por lo que científicos deberían
ocupar la dirección de la sociedad excluyendo a los sacerdotes; eso sería lo
ideal, pero, como se sabe que los seres humanos son necios mejor les dejamos su
dulce entretenimiento y que se trate al Vaticano como lo que es, una
trasnacional más, de las más poderosas y, no dejarles las clases más bajas para
que las sigan rapiñando tal y como lo quería Saint Simón. Quizás para su época esto
era visto todavía más como una locura extrema y quizá esto se siga viendo como
un extravió pero solo por las cabezas huecas, es decir, para la mayoría y he ahí
el error.
Si
ya los pueblos sienten fehacientemente la inutilidad de los gobernantes dado a
que estos están sujetos a la voluntad de los grandes industriales, dueños del
dinero y en especial de las grandes trasnacionales ¿Por qué no se trata
directamente con estos primeros actores pero no independientes de la voluntad
de los pueblos y se hace un gobierno sin intermediarios tradicionales, es decir,
de los gobernantes y políticos actuales. Es evidente que mis ideas tendrán enemigos
inmediatos en todos los gobernantes y políticos que hoy gozan de cabal acceso
al erario sin ningún compromiso y que el maestro Meyer define como
organizaciones con más vocación de negocio que de política.
El
pueblo mexicano siente una profunda decepción de su forma fáctica de gobierno
ya que teniendo una Constitución democrática en la realidad se vive entre la tiranía,
la simulación y una incipiente democracia. Esta tensión no deja que los
mexicanos sepan a bien la dirección que seguirá la vida pública.
Por
mi parte propongo que los ciudadanos se organicen y pongan coto a los excesos
de los malos gobernantes y políticos, quienes tienen el máximo interés en
mantener la crisis del Estado mexicano con sus corruptelas y asociación con el
crimen organizado para seguir manteniéndose en el poder sin ninguna responsabilidad.
La erradicación de esto solo se puede lograr si la sociedad civil se organiza y
trata de una buena vez con los verdaderos gobernantes y legisladores: los
dueños de las grandes trasnacionales.
Si
se va a sustituir a los órganos tradicionales del Estado (Legislativo,
Ejecutivo y Judicial) gradualmente es evidente que se necesita una nueva Constitución
que regule las relaciones entre las trasnacionales y los ciudadanos a través de
los nuevos órganos reguladores de la producción, consumo, venta y todas
aquellas ramas técnicas y científicas que la Híper modernidad genera en la actual
sociedad occidental.
Por
primeras de cuentas se necesita la organización de la sociedad; el Estado actual
es obsoleto, los gobernantes y políticos actuales son, no solo obsoletos sino
perjudiciales. Dejar que sigan actuando sin límites es la irracionalidad, casi
casi la animalidad. La mayoría deberían estar en chirona y de por vida por
haber arruinado a millones. Es mejor pactar con las trasnacionales
racionalmente que dejar a los actuales gobernantes y políticos que sigan
vendiendo al mejor postor lo público sin ninguna ganancia para el pueblo y sin
ninguna responsabilidad para ellos.
Ahora bien, hay un punto que no debe dejarse de lado, la dignidad humana. esta no solo debe rescatarse sino extenderse y agrandarse en beneficio de todos y cada uno de los seres humanos, renunciando para siempre a la cosificacion de los seres humanos y por ende su mercantilismo.
Ahora bien, hay un punto que no debe dejarse de lado, la dignidad humana. esta no solo debe rescatarse sino extenderse y agrandarse en beneficio de todos y cada uno de los seres humanos, renunciando para siempre a la cosificacion de los seres humanos y por ende su mercantilismo.