lunes, 29 de octubre de 2018

DE LOS ANTIGUOS MEXICANOS




Sobre los mexicanos se han dicho más mentiras o prejuicios ideológicos que de muchos otros pueblos y esto no puede ser de otra forma pues se trataba y se trata de someter el peligro. Y, vaya que los mexicas eran bravos como pocos. Es una lástima que se haya perdido su bravura general y su cultura por una forma cultural ñoña. Decadente y sin futuro glorioso. .Me basta con repasar la historia de estos seres humanos para ponderar bien sus costumbres, su arte, su economía, su filosofía, su estructura social. Los romanos se tardaron alrededor de siete siglos para imponer su fuerza y crear un imperio; los mexicas doscientos años. Claro, la historia la escriben los “vencedores” pero la escriben mal.

Hernán Cortés al escribir sus “Cartas de Relación”, tuvo mucho cuidado de seguir el camino de Julio César al escribir los “Comentarios a la Guerra de las Galias”, quedar bien con el Senado romano y con el pueblo. Se entiende perfectamente la necesidad de Cortes por pasar por un semidiós que dominó a capricho al pueblo más adelantado de lo que hoy llamamos México y como consecuencia el imperio mexica. La verdad es otra. El mismo Cortés nos la cuenta. Pero nos cuenta la revolución de los pueblos sometidos a los mexicanos con él, y los demás españoles como los actores principales. Como casi todos los extranjeros, Cortés no entendió ni conoció a los mexicanos. Fue beneficiario de la derrota que le infringieron los pueblos sometidos al poder mexica pero no su vencedor.

Mil españoles no hubieran podido derrotar a los mexicanos y Cortes lo sabía pues se regocija con los apoyos que va recibiendo en su travesía y se envalentona y no se trata de quitarle méritos de ninguna clase pero tampoco aceptar la ideología de la superioridad de ninguna clase pues allí donde se esgrime superioridad de raza o de cualquier otra clase yo veo prejuicios, ideología y miedo disfrazado de superioridad.

Hay episodios que se ve calaron hondo en Cortés y no pudo dejar de darnos testimonio de ello. Pensando en poder amedrentar a los mexicanos cuando ya estaban disminuidos por la peste; había ya muerto los mejores gobernantes y guerreros; con muchos pueblos ya aliados o confederados en contra de los mexicas  se atrevió a amenazarlos con dejarlos morir de hambre y esto es lo que le contestaron en ese episodio para mi lleno de valor y de alegría por la vida y la muerte:

“”Y muchas veces fingían que nos daban lugar para que entrásemos dentro, diciéndonos: “Entrad, entrad a holgarnos”; y otras veces nos decían : “¿Pensáis que hay ahora otro Mutezuma, para que haga que haga todo lo que vosotros quisiéredes?”. Y estando en estas pláticas yo me llegué una vez cerca de una puente que tenían quitada, y y estando ellos de la otra parte, hice señal a los nuestros que estuviesen quedos; y ellos también, como vieron que yo les quería hablar, hicieron callar a su gente, y díjeles que por qué eran locos y querían ser destruidos. Y si había allí entre ellos algún señor principal de los de la ciudad, que se llegase allí, porque le quería hablar. Y ellos me respondieron que toda aquella multitud de gente de guerra que por allí veía, que todos eran señores; por tanto, que dijese lo que quería. Y como yo no respondí cosa alguna, comenzáronme a deshonrar; y no se quie3n de los nuestros díjoles que se morían de hambre y que no les habíamos de dejar salir de allí a buscar de comer. Y respondieron que ellos no tenían necesidad, y cuando la tuviesen, que de nosotros y de los de Tascaltecal comerían. Y uno de ellos tomó unas tortas de maíz y arrójolas hacia nosotros diciendo: “Tomad y comed, si tenéis hambre, que nosotros ninguna tenemos. Y comenzaron luego a gritar y pelear con nosotros”[1].

De allí hasta ahora los extranjeros tienen esos comportamientos bastardos. No conocen al pueblo mexicano del cual somos legales y legítimos herederos pero aquí y ahora inicia nuestro renacimiento y si no perezcamos con valor que de todos modos vamos a morir en algún momento, en algún buen o mal día. ¿Qué se han creído estos pequeños bastardos?. ¡Qué forma de vida, de valentía, de cortesía y de saber responder a la altura de cualquier pueblo sometido a un final ya previsto!.

¿Dónde se han dado este tipo de cortesías y de grandeza?. No en el pueblo español en estos momentos ni en estas circunstancias ni en ningún pueblo contemporáneo. Como dice el Maestro Sergio Ruiz arias, no me pidan escribir únicamente con la razón, escribo con las entrañas entrenadas para estos casos.

¿Qué respeto me merece Cortés, cuando casi siempre calla?, poco, muy poco y a los demás farsantes menos. Hoy como ayer vienen con cuentas y espejo a tratar de embaucarnos pero eso nunca fue y se termina la pantomima ahora. Estamos armados hasta los dientes y con el valor de nuestros antepasados. Nuestras ramas la fuerza, la democracia, la libertad, la ciencia, la filosofía, el trabajo y por sobre todo la alta inteligencia y el amor por la vida y la muerte inevitable.

La consigna mexicana a pesar de, es nunca ser vencidos aunque así parezca, nuestras raíces se imbrican sin falsedades hasta Huitzilopochtli, Quetzalcóatl y el Mictlán, pasando por todo el repertorio de dioses mexicas. Avancemos sin miedo ni temor. Esos seres humanos eran increíbles, hagámonos increíbles. Adelante. Voy.  




[1] Cortés. Cartas de Relación.
México. Editorial Porrua. Colección "Sepan Cuantos...”. Págs. 149, 150  

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