Sobre
los mexicanos se han dicho más mentiras o prejuicios ideológicos que de muchos
otros pueblos y esto no puede ser de otra forma pues se trataba y se trata de
someter el peligro. Y, vaya que los mexicas eran bravos como pocos. Es una lástima
que se haya perdido su bravura general y su cultura por una forma cultural
ñoña. Decadente y sin futuro glorioso. .Me basta con repasar la historia de
estos seres humanos para ponderar bien sus costumbres, su arte, su economía, su
filosofía, su estructura social. Los romanos se tardaron alrededor de siete
siglos para imponer su fuerza y crear un imperio; los mexicas doscientos años. Claro,
la historia la escriben los “vencedores” pero la escriben mal.
Hernán
Cortés al escribir sus “Cartas de Relación”, tuvo mucho cuidado de seguir el
camino de Julio César al escribir los “Comentarios a la Guerra de las Galias”,
quedar bien con el Senado romano y con el pueblo. Se entiende perfectamente la
necesidad de Cortes por pasar por un semidiós que dominó a capricho al pueblo más
adelantado de lo que hoy llamamos México y como consecuencia el imperio mexica.
La verdad es otra. El mismo Cortés nos la cuenta. Pero nos cuenta la revolución
de los pueblos sometidos a los mexicanos con él, y los demás españoles como los
actores principales. Como casi todos los extranjeros, Cortés no entendió ni conoció
a los mexicanos. Fue beneficiario de la derrota que le infringieron los pueblos
sometidos al poder mexica pero no su vencedor.
Mil
españoles no hubieran podido derrotar a los mexicanos y Cortes lo sabía pues se
regocija con los apoyos que va recibiendo en su travesía y se envalentona y no
se trata de quitarle méritos de ninguna clase pero tampoco aceptar la ideología
de la superioridad de ninguna clase pues allí donde se esgrime superioridad de
raza o de cualquier otra clase yo veo prejuicios, ideología y miedo disfrazado
de superioridad.
Hay
episodios que se ve calaron hondo en Cortés y no pudo dejar de darnos
testimonio de ello. Pensando en poder amedrentar a los mexicanos cuando ya
estaban disminuidos por la peste; había ya muerto los mejores gobernantes y
guerreros; con muchos pueblos ya aliados o confederados en contra de los
mexicas se atrevió a amenazarlos con dejarlos
morir de hambre y esto es lo que le contestaron en ese episodio para mi lleno
de valor y de alegría por la vida y la muerte:
“”Y
muchas veces fingían que nos daban lugar para que entrásemos dentro, diciéndonos:
“Entrad, entrad a holgarnos”; y otras veces nos decían : “¿Pensáis que hay
ahora otro Mutezuma, para que haga que haga todo lo que vosotros quisiéredes?”.
Y estando en estas pláticas yo me llegué una vez cerca de una puente que tenían
quitada, y y estando ellos de la otra parte, hice señal a los nuestros que
estuviesen quedos; y ellos también, como vieron que yo les quería hablar, hicieron
callar a su gente, y díjeles que por qué eran locos y querían ser destruidos. Y
si había allí entre ellos algún señor principal de los de la ciudad, que se
llegase allí, porque le quería hablar. Y ellos me respondieron que toda aquella
multitud de gente de guerra que por allí veía, que todos eran señores; por
tanto, que dijese lo que quería. Y como yo no respondí cosa alguna, comenzáronme
a deshonrar; y no se quie3n de los nuestros díjoles que se morían de hambre y
que no les habíamos de dejar salir de allí a buscar de comer. Y respondieron
que ellos no tenían necesidad, y cuando la tuviesen, que de nosotros y de los
de Tascaltecal comerían. Y uno de ellos tomó unas tortas de maíz y arrójolas hacia
nosotros diciendo: “Tomad y comed, si tenéis hambre, que nosotros ninguna
tenemos. Y comenzaron luego a gritar y pelear con nosotros”[1].
De
allí hasta ahora los extranjeros tienen esos comportamientos bastardos. No
conocen al pueblo mexicano del cual somos legales y legítimos herederos pero aquí
y ahora inicia nuestro renacimiento y si no perezcamos con valor que de todos
modos vamos a morir en algún momento, en algún buen o mal día. ¿Qué se han creído
estos pequeños bastardos?. ¡Qué forma de vida, de valentía, de cortesía y de saber
responder a la altura de cualquier pueblo sometido a un final ya previsto!.
¿Dónde
se han dado este tipo de cortesías y de grandeza?. No en el pueblo español en
estos momentos ni en estas circunstancias ni en ningún pueblo contemporáneo. Como
dice el Maestro Sergio Ruiz arias, no me pidan escribir únicamente con la razón,
escribo con las entrañas entrenadas para estos casos.
¿Qué
respeto me merece Cortés, cuando casi siempre calla?, poco, muy poco y a los demás
farsantes menos. Hoy como ayer vienen con cuentas y espejo a tratar de
embaucarnos pero eso nunca fue y se termina la pantomima ahora. Estamos armados
hasta los dientes y con el valor de nuestros antepasados. Nuestras ramas la
fuerza, la democracia, la libertad, la ciencia, la filosofía, el trabajo y por
sobre todo la alta inteligencia y el amor por la vida y la muerte inevitable.
La
consigna mexicana a pesar de, es nunca ser vencidos aunque así parezca,
nuestras raíces se imbrican sin falsedades hasta Huitzilopochtli, Quetzalcóatl
y el Mictlán, pasando por todo el repertorio de dioses mexicas. Avancemos sin
miedo ni temor. Esos seres humanos eran increíbles, hagámonos increíbles. Adelante.
Voy.
[1] Cortés.
Cartas de Relación.
México. Editorial Porrua. Colección "Sepan Cuantos...”.
Págs. 149, 150
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