Sin la libertad la especie humana se
marchita; se vuelve una sombra de sí misma; queda en segundo plano para ser
solo el marco donde los líderes o gobernantes hagan su voluntad. La democracia es
la fórmula política que encontraron los atenienses para limitar el poder de los
gobernantes. Sin embargo, parece que esto funciona del todo bien. A pesar de
haber pasado, más o menos, dos mil quinientos años la democracia sigue siendo
escamoteada por los gobernantes en detrimento del pueblo. Y, en México no es la
excepción. Con cada nueva Transformación se anhela llegara a la tierra
prometida de la república democrática pero estamos como “Alicia en el País de
las Maravillas”, que, aunque corre con todo el ánimo no avanza un centímetro.
¿Es posible que se lleve a cabo la
Cuarta Transformación en su totalidad?, es decir, ¿se puede implantar la
república democrática, en donde, efectivamente el pueblo sea el soberano que
mande y los gobernantes y políticos manden obedeciendo?. Es posible pero hay
que ver la cruda realidad sin idealismos infantiles.
¿Cuándo inició la Tercera
Transformación?, en 1910 contra la dictadura de Porfirio Díaz y duró más o
menos seis meses y después siguió una lucha interna por el poder político.
Producto de este movimiento revolucionario fue creada la Constitución Política
de los Estados unidos Mexicanos de 1917 con tintes sociales. Con esta Carta
Magna se recobraba la propiedad de la industria petrolera entre otros rubros.
Pero no basta con recuperar los bienes
nacionales en las leyes; es menester que se lleve a cabo en la realidad. El
artículo 27 constitucional ponía como propiedad de la nación o mejor dicho del
Estado, los recursos petroleros; con todo, el petróleo seguía en manos
extranjeras. El deseo de recuperar el petróleo estaba en la consciencia
colectiva desde por lo menos inicios del siglo XX. Tuvieron que pasar 28 años
de iniciada la revolución y 21 de la promulgación de la constitución del 17,
para que en 1938 el general Lázaro Cárdenas del Río con el apoyo del pueblo,
lograra la expropiación de esta industria.
Como
se ve los frutos de esta Tercera Transformación no fueron inmediatos, muchos de
los que habían luchado por lograr el cambio ya habían muerto o estaban en la
senectud sin que esto signifique que fueron beneficiarios de la expropiación
petrolera. La vieron y vivieron pero no la gozaron. Esto tampoco significa que
haya sido malo sino que así son los hechos reales, libres de idealismos,
retórica o ideología.
La salud pública tuvo su inicio
institucional en el año de 1943 con la creación del Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS), que inicio de manera modesta para irse expandiendo a
muchos más trabajadores. Pasaron 33 años de iniciada la Tercera Transformación
lograra Manuel Ávila Camacho este derecho para los obreros y 33 años después de
entrar en vigencia la Constitución de 1917.
Otra de las industrias básicas para el
desarrollo lo es la industria eléctrica. Bien, la expropiación la realizó el
gobierno de Adolfo López Mateos expropiara la “Mexican Light and Power
Company”, para convertirla en 1960 en “Compañía de Luz y Fuerza del Centro”.
Pasaron 50 años desde el inicio de la Tercera Transformación y 43 desde la
promulgación de la constitución del 17.
La construcción de instituciones que
beneficiaran a los obreros, campesinos, y al pueblo en general es gradual y por
lo general lenta, tanto como lo permiten todos los factores humanos, de
riqueza, de tecnología, de poder político externo e interno, económicos entre
otros. No se pueden esperar milagros. No hay una varita mágica que logre esto.
La creación del Instituto Nacional de la
vivienda para los trabajadores (Infonavit), fue creado en 1972; 62 años de
iniciada la Tercera Transformación y 55 de promulgada y puesta en vigencia la
Norma Fundamental y lo hace Luis Echeverría Álvarez.
Para ponernos en contexto. El régimen
Presidencial priista ya iniciaba su desmoronamiento que igual tuvieron que
pasar tantos años hasta llegar 2018 para que se inicie su desmantelamiento; es
decir, 50 años.
Esta llamada Cuarta Transformación
recién se inicia y todavía no logra destruir el régimen priista en lo medular
pues sigue funcionando a pesar de sus limitaciones y fracasos y esperemos que
con la toma el uno de diciembre de dos mil dieciocho, se inicie su
desmantelamiento y el inicio de la democracia.
El trabajo es inmenso. Las reformas
contrarrevolucionarias de Enrique Peña Nieto han puesto fuera de lo público la
riqueza de la nación mexicana y se quiera o no, se tendrá que luchar contra el
régimen económico global para salir airosos. Si la idea de los revolucionarios
de 1910 era ser soberanos en lo económico, el actual gobierno nos ha puestos en
estado de dependencia económica de los gobiernos extranjeros y de las
trasnacionales nacionales e internacionales.
La destrucción del viejo régimen es necesaria
así como la construcción de un nuevo régimen político y la batalla contra el
régimen económico global y esto requiere de trabajo sesudo constante y con el
esfuerzo conjunto del gobierno y del pueblo; si es que esto es posible.
Ahora bien, ¿significa esto que debemos
desalentarnos, que esta lucha es inútil?, de manera alguna; por el contrario,
significa que debemos poner todas nuestras fuerzas mentales y físicas para
cimentar de una vez por todas las bases de una república democrática; es decir,
que realmente lo público sea de todos y que, los ciudadanos puedan
efectivamente ejercer en lo individual sus derechos y en lo colectivo imponer
el rumbo que debe seguir el Estado mexicano hasta donde esto sea posible.
Al paso del tiempo las futuras generaciones
ponderarán, valorarán y dictarán su juicio sobre nosotros de diversas maneras
pero eso no nos debe importar sino el trabajo actual con el compromiso
concienzudo de tener frente a nosotros trabajo incesante, enemigos de todo tipo
y todo en contra. A pesar de todo esto hay un horizonte que se abre ante
nosotros y allá vamos con el ánimo de quienes saben que no tendrán lo material
sino el sacrificio. El paso es lento por eso debemos apurarlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario