En
occidente, existen tres grandes cuerpos de leyes para regular tres grandes áreas
del comportamiento humano. El primero cuerpo de normas es el, de la moral
cristiana y, regula el comportamiento
humano de los creyentes y no tiene fuerza coercitiva material. El segundo es el,
de los usos sociales que sanciona la forma de vestir y, comportase en
determinados lugares y no tiene fuerza coercitiva material. El tercer cuerpo de
normas es el, de las leyes jurídicas que sanciona las transgresiones y tiene la
fuerza del Estado para sancionar materialmente aun en contra de la voluntad de
los individuos.
Desde
antes que se tome consciencia se forma a los seres humanos en estas tres
regiones de normas, se debe saber ser moral, cumplir con las normas y saberse
comportar socialmente. Sin embargo, los primeros ritos a los que son sometidos
los menores de edad es al de la
moralidad cristiana que inicia con el bautismo y no paran ni después de muertos
los seres humanos. Los sacerdotes enseñan el creacionismo; es decir, que este
Universo y todo lo existente fue creado por un ser divino llamado Dios. Este
ser divino creo al hombre primero, a la mujer después para consolación del hombre.
Fijan la familia como papa, mama e hijos heterosexuales y ponen este modelo familiar
como inamovible en las mentes de los creyentes.
Para
cuando se inicia la educación sexual de los alumnos ya la visión de la familia está
determinada en sus mentes y por necesidad debe entrar en contradicción con la
que se les va a enseñar. La realidad aquí es rechazada por los prejuicios morales.
Y, hecho lo anterior, las posteriores etapas de educación ya están contaminadas
con la moral cristiana. En todo momento los sacerdotes acechan u azuzan a los
creyentes para que presionen a los órganos del Estado para que se legisle con
la moral como rectora. Se hace patente el fracaso del sistema educativo ya se
han sembrado antes los prejuicios, los dogmas, los pecados que afloraran ante
un modelo familiar diferente al establecido desde la Biblia, el compendio de
cuentos más espantoso. El infierno con todos sus tormentos espera a quien ose
ser diferente.
No
es casual que legiones de católicos se unan en torno a sus prejuicios, dogmas e
ignorancia para salir a marchas, protestas en todos los lugares que puedan para
estar en contra del aborto, del matrimonio entre homosexuales, contra la participación
de transexuales en concursos de belleza y todo aquello que crean que va contra
su escala de valores cristianos. Los moralistas que deben serlo en lo personal
se convierten en legisladores de lo público, tratan de usurpar el poder político
para sus intereses. Eso es demasiado.
Al
Estado le corresponde legislar sobre lo público y no a los sacerdotes porque
desde el principio y hasta el final son los sacerdotes están detrás de las
personas que exigen a los órganos de gobierno y en particular a los
legisladores no permitir la igualdad entre el matrimonio heterosexual y los
diversos. Pero esto no es suficiente ante la preponderancia del Estado y
entonces para ello, crean partido políticos como el Partido Acción Nacional, de
creación ya con décadas o como el Partido Encuentro Social de reciente creación
y desaparición.
Se
debe rechazar que los religiosos con sus dogmas, sus prejuicios e ignorancia
basada en el creacionismo intervenga con su moral en la creación de leyes pues
se debe separar claramente lo que es moral del Derecho para que no se
introduzca de manera peligrosa la teología en lo público. La moral debe ser
individual y en todo caso se debe dar en los templos religiosos y constreñirse
a ese ámbito.
Los
argumentos vertidos por los conservadores es partir del Libro del Génesis y pariendo
de ahí, racionalizan este dogma hasta lograr armar todo un entramado que oculta
su moral como base de su política. Es fácil perderse y la gente, sin
advertirlo, los sigue en sus propuestas intolerantes hacia lo diferente. No
importa si una buen porción del pueblo ha logrado títulos universitarios desde
su infancia les han instalado las ideas morales católicas; en consecuencia, seguirán
ese patrón familiar. Esto sin contar que es raro que los moralistas hayan
analizado lo que defiendan porque son actos de fe ciega.
Para
los teólogos hay personas dignas si son religiosas y siguen ciegamente los
lineamientos morales del catolicismo e indignas si no son religiosas o si no
encuadran en el modelo familiar de papa, mama e hijos sin ninguna salirse de la
heterosexualidad; todos estos son hijos de Satán, anormales y se les debe
marginar cueste lo que cueste y con cualquier método. Claro, su fe rabiosa topa
con el Estado; entonces se debe marginar y degradar a través de las leyes. Ese
es el fin que tienen los partidos políticos conservadores en México. Ahora
bien, ¿esto será cierto, estará bien discriminar a los que están fuera de este modelo
familiar?.
En
realidad los que son anómalos y perversos son los moralistas cristianos pues,
no se debe vivir como en la Edad Media. Estamos en l siglo XXI; los adelantos científicos
son ya muchos más avanzados, el pensamiento jurídico es ya mucho más amplio y
las personas razonables se han liberado de los dogmas, de las supersticiones y
se rigen por la Ciencia, la Filosofía y el Derecho.
En
efecto, para los juristas las tendencia sexuales de los seres humanos es irrelevante
pues es una libertad personal que no se debe legislar; esta fuera de su campo
de acción. Para el Derecho los seres humanos son sujetos de derechos y
obligaciones y, mientras cumplan con estos parámetros no le importa su vida
privada y sus accesorios. Pero los moralistas se escandalizan por esto y, sin más,
se lanzan a inyectar su moralidad al Derecho y, no pocas veces logran que las
leyes estén infectadas de moral y huelen a moral católica.
Los
moralistas católicos quieren que los demás vivamos con su moral a toda costa
pero el Estado ya no es confesional ni la religión católica es la única. Lo que
no saben ni podrán ver ni mucho menos aceptar es que, el matrimonio entre
personas de diversas preferencias sexuales no iguala físicamente a estos con
los heterosexuales sino únicamente jurídicamente. Las diferencias naturales de
los heterosexuales con el resto seguirá existiendo pero no el pensamiento dogmático
e infantil del miedo imbuido por los teólogos.
El
grado de manipulación sobre los seres humanos, por parte de los sacerdotes, es
tal que no hay forma de volverlos curdos y siguen con su cantaleta sobre su paradigma
familiar. Prefieren usar los puños antes que la razón. Sin embargo, se debe
seguir trabajando para salir de este oscurantismo impuesto por los sacerdotes
que por lo demás están en el total descrédito a nivel mundial por toda su
decadencia y al sentir que pierden el negocio manipulan a los incautos que para
su desgracia son la mayoría.
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