miércoles, 17 de octubre de 2018

LA MANIPULACIÓN DE LAS LEYES POR LOS MORALISTAS TEOLÓGICOS



En occidente, existen tres grandes cuerpos de leyes para regular tres grandes áreas del comportamiento humano. El primero cuerpo de normas es el, de la moral cristiana  y, regula el comportamiento humano de los creyentes y no tiene fuerza coercitiva material. El segundo es el, de los usos sociales que sanciona la forma de vestir y, comportase en determinados lugares y no tiene fuerza coercitiva material. El tercer cuerpo de normas es el, de las leyes jurídicas que sanciona las transgresiones y tiene la fuerza del Estado para sancionar materialmente aun en contra de la voluntad de los individuos.

Desde antes que se tome consciencia se forma a los seres humanos en estas tres regiones de normas, se debe saber ser moral, cumplir con las normas y saberse comportar socialmente. Sin embargo, los primeros ritos a los que son sometidos los menores de edad  es al de la moralidad cristiana que inicia con el bautismo y no paran ni después de muertos los seres humanos. Los sacerdotes enseñan el creacionismo; es decir, que este Universo y todo lo existente fue creado por un ser divino llamado Dios. Este ser divino creo al hombre primero, a la mujer después para consolación del hombre. Fijan la familia como papa, mama e hijos heterosexuales y ponen este modelo familiar como inamovible en las mentes de los creyentes.

Para cuando se inicia la educación sexual de los alumnos ya la visión de la familia está determinada en sus mentes y por necesidad debe entrar en contradicción con la que se les va a enseñar. La realidad aquí es rechazada por los prejuicios morales. Y, hecho lo anterior, las posteriores etapas de educación ya están contaminadas con la moral cristiana. En todo momento los sacerdotes acechan u azuzan a los creyentes para que presionen a los órganos del Estado para que se legisle con la moral como rectora. Se hace patente el fracaso del sistema educativo ya se han sembrado antes los prejuicios, los dogmas, los pecados que afloraran ante un modelo familiar diferente al establecido desde la Biblia, el compendio de cuentos más espantoso. El infierno con todos sus tormentos espera a quien ose ser diferente.

No es casual que legiones de católicos se unan en torno a sus prejuicios, dogmas e ignorancia para salir a marchas, protestas en todos los lugares que puedan para estar en contra del aborto, del matrimonio entre homosexuales, contra la participación de transexuales en concursos de belleza y todo aquello que crean que va contra su escala de valores cristianos. Los moralistas que deben serlo en lo personal se convierten en legisladores de lo público, tratan de usurpar el poder político para sus intereses. Eso es demasiado.

Al Estado le corresponde legislar sobre lo público y no a los sacerdotes porque desde el principio y hasta el final son los sacerdotes están detrás de las personas que exigen a los órganos de gobierno y en particular a los legisladores no permitir la igualdad entre el matrimonio heterosexual y los diversos. Pero esto no es suficiente ante la preponderancia del Estado y entonces para ello, crean partido políticos como el Partido Acción Nacional, de creación ya con décadas o como el Partido Encuentro Social de reciente creación y desaparición.

Se debe rechazar que los religiosos con sus dogmas, sus prejuicios e ignorancia basada en el creacionismo intervenga con su moral en la creación de leyes pues se debe separar claramente lo que es moral del Derecho para que no se introduzca de manera peligrosa la teología en lo público. La moral debe ser individual y en todo caso se debe dar en los templos religiosos y constreñirse a ese ámbito.

Los argumentos vertidos por los conservadores es partir del Libro del Génesis y pariendo de ahí, racionalizan este dogma hasta lograr armar todo un entramado que oculta su moral como base de su política. Es fácil perderse y la gente, sin advertirlo, los sigue en sus propuestas intolerantes hacia lo diferente. No importa si una buen porción del pueblo ha logrado títulos universitarios desde su infancia les han instalado las ideas morales católicas; en consecuencia, seguirán ese patrón familiar. Esto sin contar que es raro que los moralistas hayan analizado lo que defiendan porque son actos de fe ciega.

Para los teólogos hay personas dignas si son religiosas y siguen ciegamente los lineamientos morales del catolicismo e indignas si no son religiosas o si no encuadran en el modelo familiar de papa, mama e hijos sin ninguna salirse de la heterosexualidad; todos estos son hijos de Satán, anormales y se les debe marginar cueste lo que cueste y con cualquier método. Claro, su fe rabiosa topa con el Estado; entonces se debe marginar y degradar a través de las leyes. Ese es el fin que tienen los partidos políticos conservadores en México. Ahora bien, ¿esto será cierto, estará bien discriminar a los que están fuera de este modelo familiar?.

En realidad los que son anómalos y perversos son los moralistas cristianos pues, no se debe vivir como en la Edad Media. Estamos en l siglo XXI; los adelantos científicos son ya muchos más avanzados, el pensamiento jurídico es ya mucho más amplio y las personas razonables se han liberado de los dogmas, de las supersticiones y se rigen por la Ciencia, la Filosofía y el Derecho.

En efecto, para los juristas las tendencia sexuales de los seres humanos es irrelevante pues es una libertad personal que no se debe legislar; esta fuera de su campo de acción. Para el Derecho los seres humanos son sujetos de derechos y obligaciones y, mientras cumplan con estos parámetros no le importa su vida privada y sus accesorios. Pero los moralistas se escandalizan por esto y, sin más, se lanzan a inyectar su moralidad al Derecho y, no pocas veces logran que las leyes estén infectadas de moral y huelen a moral católica.

Los moralistas católicos quieren que los demás vivamos con su moral a toda costa pero el Estado ya no es confesional ni la religión católica es la única. Lo que no saben ni podrán ver ni mucho menos aceptar es que, el matrimonio entre personas de diversas preferencias sexuales no iguala físicamente a estos con los heterosexuales sino únicamente jurídicamente. Las diferencias naturales de los heterosexuales con el resto seguirá existiendo pero no el pensamiento dogmático e infantil del miedo imbuido por los teólogos.

El grado de manipulación sobre los seres humanos, por parte de los sacerdotes, es tal que no hay forma de volverlos curdos y siguen con su cantaleta sobre su paradigma familiar. Prefieren usar los puños antes que la razón. Sin embargo, se debe seguir trabajando para salir de este oscurantismo impuesto por los sacerdotes que por lo demás están en el total descrédito a nivel mundial por toda su decadencia y al sentir que pierden el negocio manipulan a los incautos que para su desgracia son la mayoría.



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