miércoles, 17 de octubre de 2018

EL PRESIDENCIALISMO HA MUERTO EN LA PRÁCTICA





No hay duda que el Presidencialismo ha muerto en lo fundamental; el Presidencialismo priista. Este tema lo ha tratado ya con abundancia y no lo trataré aquí. Los remito, si tienen a bien a esos escritos, disponibles en el blog. Bien. Sin embargo, un régimen no muere en su totalidad así como así sin más sino cuando deja de tener vigencia, vida si se quiere, en la mente humana. Y, en la mente de la mayoría de los mexicanos, me parece, sigue vigente el Presidencialismo aunque la necesidad directa sea la democracia. Esto no es raro ni debe de preocuparnos ni ocuparnos en demasía pues es tanto como cuando un hijo o hija se separa del seno familiar, sienten el frío de la libertad y hay una natural negación a perder la calidez del hogar. Y, eso es lo que está pasando en México; los mexicanos o mejor dicho los ciudadanos siguen pensando como en el régimen priista que, aún no se termina del todo en la realidad y menos en las cabezas de millones.


El último presidente priista, Enrique Peña Nieto, aún sigue en la práctica con los despojos del Presidencialismo haciendo lo que debe hacer, pasearse en espera del último minuto de su ejercicio para dar fe del fin de una época. Y, los demás también deben ser testigos de este fin, pues no es menor el hecho ni más ni menos que el fin de la hegemonía del partido único de Estado y con ello, el fin de toda una época. Pero como he dicho la vigencia de una ley o de una práctica no termina con los hechos sino con su erradicación en la mente del colectivo, del pueblo.


Es evidente que el uso del poder presidencial unipersonal durante décadas moldeó la forma de pensar y que esto no es fácil de cambiar como no se puede cambiar la forma de hablar o de caminar de un día para otro. Se puede cambiar porque incluso varía la forma de caminar o de hablar de las personas en los pueblos como en las ciudades. Esta resistencia al cambio se puede ver en la realidad.


En esta resistencia al cambio esta una muy buena parte del pueblo mexicano y no solo el pueblo mexicano sino también los periodistas, intelectuales y comunicadores pues tienen las expectativas casi exclusivamente en un personaje, en el presidente electo Andrés Manuel López Obrador sin tomar en cuenta el pueblo. Se habla hasta la saciedad de lo que va a pasar con el gobierno de López Obrador como si él, con su sola voluntad pudiera cambiar el desastroso estado en que se encuentra el Estado mexicano. Incluso cuando el Presidencialismo estaba en su esplendor el presidente en turno tenía necesidad de que el pueblo en su conjunto hiciera lo necesario para que el Estado funcionara en su unidad y coordinación en los tres órdenes de gobierno; si bien, esta unidad y coordinación eran impuestas sin pedir el consenso libre del pueblo.


Y, no es que la pretensión sea que el pueblo gobierne o se entrometa arbitrariamente en lo que atañe a los gobernantes electos pero si se trata de que el pueblo este enterado de lo público y pueda actuar en consecuencia cuando haya corrupción. Y, la corrupción es la más grande tentación que tienen los servidores públicos y que, en no pocas ocasiones caen y, esto en cualquier parte del mundo. En México la corrupción se implantó como una forma de hacer fortuna por todos los servidores públicos con toda impunidad posible. El presidente en turno tenía tanto poder que nunca presidente alguno ha sido juzgado legalmente por sus hechos y actos de corrupción y este modelo se trasladó y reflejó en gobernadores, presidentes municipales y todos los demás servidores públicos.


La caída del régimen Presidencial priista en la práctica debe seguir como es debida la iniciación del hábito de la democracia hasta que esto se haga costumbre práctica y después mental. Ese convencimiento es lo más difícil de instalar en la mente de los seres humanos y requiere un largo ejercicio en donde se deben ir corrigiendo los excesos o carencias. La democracia tomará por sorpresa a casi todos, incluso a los políticos tradicionales pues ellos menos que los demás tienen el hábito y menos la costumbre de la misma. A esto debe sumársele la negativa de la rendición de cuentas puntual y claramente. Es una vieja práctica de los políticos por ocultar la información sobre sus cargos políticos.


No se puede saber, de antemano, cuál será el futuro con precisión pues esto es futurólogos; la realidad se va construyendo de acuerdo a diverso factores y es el resultado de todos ellos lo que nos da como resultado una u otra realidad. La realidad es posibilidad en diversos sentidos. Pues bien, hay que escoger por una posibilidad diferente a la existente en remanentes y tratar de construirla, alcanzarla en su realidad. Para ello es necesario terminar con los remanentes del Presidencialismo, evitar un nuevo brote en otra modalidad y esto será posible si se trabaja por el hábito hasta alcanzar la costumbre tanto en lo material como en lo intelectual. Y esta tarea es general con todos sus factores.

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