jueves, 1 de noviembre de 2018

EL NUEVO PRESIDENCIALISMO EN MÉXICO





Se terminó en definitiva, este primero de julio de dos mil dieciocho, de manera estrepitosa el régimen presidencial emanado de la revolución mexicana de 1910, y sobre el cual se empoderó el partido único de Estado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde sus antecedentes el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), siempre tuvieron la idea de canalizar los ideales de la revolución para cautivar al pueblo hasta someterlo a una dictadura sui generis, a la mexicana; que ya no podía ser unipersonal como la de Porfirio Díaz y que lo lograron.

Los dos anteriores intentos de catalizar la revolución mexicana no cuajaron quizá porque eran intentos preparatorios, de ensayo y error o no tuvieron su momento adecuado. Sin embargo, logrado el poder político lo único que tenían que hacer las cúpulas priistas era estar en el juego político de la sucesión del presidente de la república de forma permanente.

El presidente alcanzó un poder inmenso, tanto por la vía de la constitución, de las leyes secundarias que le otorgaban amplias facultades para la administración tanto como jefe del partido. Esto volvió al primer mandatario (el que recibe órdenes) en todo lo contario (el que ordena por medio del poder político soberano), sin que los órganos legislativo o judicial pudieran ser un dique a los deseos del órgano ejecutivo. No hay duda que era un poder unipersonal que si bien duraba seis años tiene todos los rasgos de dictatorial pues designaba a todos los servidores públicos importantes de los tres órganos de gobierno así como en sus tres niveles. Pues bien, esa forma presidencial es la que se ha terminado sin que haya manera de revivirla.

El nuevo régimen está iniciando su conformación y hay algunos símbolos hacia donde quiere transitar pero esto no se podrá hacer de manera inmediata pues la empresa no es poca y los obstáculos, lo mismo. Se tendrá que asegurar que el partido Morena tenga el poder político de la federación y en los otros dos niveles de gobierno durante por lo menos 24 años para poder construir ese régimen.  

Se dice que se está ya en un nuevo Presidencialismo. El presidente electo tendrá que discernir y actuar en consecuencia. El nuevo régimen en su inicio le es menester un presidente fuerte con un Congreso General que lo secunde en la creación del nuevo régimen y con los ciudadanos dando su respaldo al gobierno. El pueblo de México debe tener cuidado de no permitir un nuevo Presidencialismo pues no se habrá avanzado hacia la democracia sino retrocedido políticamente. Siempre está latente el peligro de que, a los políticos en el poder se les desborde la ambición y se corrompan. Eso es incontrovertible. En consecuencia, se debe evitar este obstáculo con leyes severas pues de otra manera no se podrá remediar este mal que por tantas décadas a lacerado al Estado mexicano. A la par de las leyes se debe imponer la independencia a los órganos de impartición de justicia para que las penas sean efectivas y no una mera ilusión.

Si en realidad el cambio de régimen va a transitar hacia la democracia dos factores se tienen que dar; el primero, es terminar con los vestigios del régimen anterior. Es sabido que desde la antigüedad quien o quienes llegan al poder borran con posibles herederos. Lo hicieron los griegos, los romanos, los franceses contra la nobleza, los rusos con los zares. Los casos en los que no se desmantela el anterior régimen se paga caro; tal y como le sucedió a Francisco I. Madrero con la caída de la dictadura de Porfirio Díaz, pues quedó intacto y, con la contrarrevolución encabezada por Félix Díaz, Bernardo Reyes y Manuel Mondragón entre otros para derrocar a Madero, lo que lograron y mataron a todos los que les impedían tomar el poder. El viejo régimen debe ser desmantelado y hasta ahora va bien pues no ha corrido sangre por ello. El segundo factor y que es el más importante es mantenerse en la democracia, la libertad, un marco legal justo hacia todos; en suma, evitar en lo posible la corrupción y la impunidad institucional que ha imperado hasta ahora.

Ahora bien, hay que distinguir entre el viejo Presidencialismo y el supuesto Presidencialismo actual con el gobierno electo; es inevitable. El viejo Presidencialismo tiene sus bases en la imposición de un sistema político totalitario que no admitía disensos de palabra o de hecho.  Existía toda una armadura que protegía el régimen político; tres grandes sectores sociales, el campesino, el obrero y el popular que controlaban todo el pueblo. Por si esto no fuera suficiente se tenía a sindicatos, centrales obreras y campesinas, instituciones afines al Partido Revolucionario Institucional que era el garante de la estabilidad forzada y la continuidad del Presidencialismo. Finalmente, se tenían a las fuerzas armadas, la fuerza del Estado para impedir la democratización. A los disidentes se les tenían reservadas las cárceles y en especial Lecumberri.

Para terminar los vestigios del viejo régimen es necesario que el presidente sea fuerte, que el Congreso General sea de mayoría partidista afín y que el pueblo participe activamente en el mismo rubro. Esto hará ver que existe el mismo Presidencialismo pero si el gobierno se mantiene democrático salvara la situación. Sin embargo, hay una radical diferencia entre el antiguo régimen y el que se está creando; el segundo recibe su fuerza de la ciudadanía libre y consciente que bien puede retírasela o perderla el gobierno electo por corromperse, tener excesos u otra forma torcida de política democrática.

En resumen, no se puede hablar de un Nuevo Presidencialismo porque el presidente electo ni siquiera ha tomado posesión de su encargo. No se deben lanzarse vaticinios sobre la realidad futura porque esta se presentara según transcurra el tiempo, es decir, a su tiempo. Tampoco debe espantarse a los ciudadanos con hechos catastróficos pues hasta ahora todo lo que se ha dicho en contra del gobierno electo ha sido con el afán de mermar su legitimidad y, legalidad y así obstaculizar su trabajo. Todos los factores que confluyen para la creación del nuevo régimen no permiten ver la forma total ni el fondo más que en pinceladas. Es tiempo de espera, no demasiada y se verá.

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