viernes, 19 de octubre de 2018

LA GRAN HIPOCRESÍA SEXUAL




La diversidad sexual ha existido desde que la humanidad tiene existencia. Eso no lo tenemos documentado. Lo que si tenemos documentado es que los gobernantes egipcios que eran familiares se casaban entre sí como una forma de no degenerar, según ellos pues se creían divinos. Pero la diversidad sexual no nació espontáneamente existió antes de que se documentara.  

Lo que si tenemos documentado es que entre los griegos la homosexualidad ni la pedofilia eran vistos como pecados o fuera de la ley. Era normal y común que los hombres tuvieran relaciones sexuales y no por ello dejaban de ser hombres. Se sabe que el conquistador griego por excelencia, Alejandro Magno era abiertamente homosexual y bisexual, tuvo relaciones con hombres pero su preferido fue Hefestión uno de sus lugartenientes y tuvo diversas esposas.

Entre los romanos también era normal y común que los hombres tuvieran amantes hombres pero se veía mal que los hombres tuvieran el puesto o actitud pasiva. Tal es el caso de Julio Cesar quien al estar en bitinia se dice que tuvo una actitud pasiva en una relación sexual con el rey de Bitinia; incluso sus soldados le cantaban verso al respecto. Como se sabe el Cesar fue quien termino con la república romana y dejo puesto todo para el imperio romano. Conquistó la Galia, fue escritor y un hombre muy valiente y culto.

Con la caída del imperio romano se cambió la escala de valores y se tuvo como pecaminosas lo que no estuviera de acuerdo al modelo de la familia que se describe en el Génesis: padre, madre e hijos. Toda una larga vigencia de la teología  cristiana a proscrito la diversidad sexual a los rincones, al ocultamiento, a la represión de los impulsos.

La sociedad ha adoptado la teología católica y la impuesto a los usos sociales con lo que la represión, persecución y condena de los comportamientos sexuales diversos a los dictados por los religiosos. Ahora bien, se ha ocultado y reprimido la diversidad sexual pero no ha desaparecido porque es inherente a la Humanidad en general y, a ciertas personas en lo particular. En efecto, si esto no fuera así no se verían comportamientos sexuales de pederastia, homosexualidad y cualquier práctica considerada desviada entre los sacerdotes. Pero los mismos sacerdotes pederastas que condenan la diversidad sexual que nos les place la practican con sumo deleite en lo íntimo y no tan íntimo. Ser decadentes  a la vez que se predica la castidad y las prácticas sexuales morales cristianas, es la gran hipocresía sacerdotal desde el Vaticano hasta el templo religioso más modesto.

La salud de los seres humanos es lo principal y desde hace mucho las reglas sexuales están puestas y deben observarse y aumentarse en bien de los que deben protegerse, los menores de edad.

1.- Que la práctica sexual no sea dañina para uno mismo.

2.- Que la práctica sexual no dañe a otro u otros.

3.- Que sea consensuada.

4.- Que se proteja a los menores de edad pues son los más vulnerables y no tienen la madurez mental ni física, más que en contadas excepciones, para valorar si esta en aptitud de practicar su sexualidad.

5.- Que se castiguen los delitos sexuales que se cometan contra cualquier persona y en especial contra las niñas, niños y adolescentes de ambos sexos.

Se debe pasar de valorar las prácticas sexuales desde la moral cristiana para pasar a ser valorada desde el Derecho básicamente y ampliar en todo momento la protección a favor de los menores. Hoy hemos avanzado en los derechos a favor de las niñas, niños y adolescentes y sabemos las razones de salud física, mental y social por las cuales se les debe proteger; por lo tanto, queda la pederastia como esta en calidad de delito y deberían ampliarse las protecciones efectivas. Que los moralistas prediquen con el ejemplo porque este pueblo católico condena todo desde su moral pero práctica todo lo que daña a los seres humanos. Que gran hipocresía.



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