La
diversidad sexual ha existido desde que la humanidad tiene existencia. Eso no
lo tenemos documentado. Lo que si tenemos documentado es que los gobernantes egipcios
que eran familiares se casaban entre sí como una forma de no degenerar, según ellos
pues se creían divinos. Pero la diversidad sexual no nació espontáneamente existió
antes de que se documentara.
Lo
que si tenemos documentado es que entre los griegos la homosexualidad ni la
pedofilia eran vistos como pecados o fuera de la ley. Era normal y común que
los hombres tuvieran relaciones sexuales y no por ello dejaban de ser hombres. Se
sabe que el conquistador griego por excelencia, Alejandro Magno era
abiertamente homosexual y bisexual, tuvo relaciones con hombres pero su
preferido fue Hefestión uno de sus lugartenientes y tuvo diversas esposas.
Entre
los romanos también era normal y común que los hombres tuvieran amantes hombres
pero se veía mal que los hombres tuvieran el puesto o actitud pasiva. Tal es el
caso de Julio Cesar quien al estar en bitinia se dice que tuvo una actitud
pasiva en una relación sexual con el rey de Bitinia; incluso sus soldados le
cantaban verso al respecto. Como se sabe el Cesar fue quien termino con la
república romana y dejo puesto todo para el imperio romano. Conquistó la Galia,
fue escritor y un hombre muy valiente y culto.
Con
la caída del imperio romano se cambió la escala de valores y se tuvo como
pecaminosas lo que no estuviera de acuerdo al modelo de la familia que se
describe en el Génesis: padre, madre e hijos. Toda una larga vigencia de la teología
cristiana a proscrito la diversidad
sexual a los rincones, al ocultamiento, a la represión de los impulsos.
La
sociedad ha adoptado la teología católica y la impuesto a los usos sociales con
lo que la represión, persecución y condena de los comportamientos sexuales
diversos a los dictados por los religiosos. Ahora bien, se ha ocultado y
reprimido la diversidad sexual pero no ha desaparecido porque es inherente a la
Humanidad en general y, a ciertas personas en lo particular. En efecto, si esto
no fuera así no se verían comportamientos sexuales de pederastia, homosexualidad
y cualquier práctica considerada desviada entre los sacerdotes. Pero los mismos
sacerdotes pederastas que condenan la diversidad sexual que nos les place la
practican con sumo deleite en lo íntimo y no tan íntimo. Ser decadentes a la vez que se predica la castidad y las prácticas
sexuales morales cristianas, es la gran hipocresía sacerdotal desde el Vaticano
hasta el templo religioso más modesto.
La
salud de los seres humanos es lo principal y desde hace mucho las reglas sexuales
están puestas y deben observarse y aumentarse en bien de los que deben
protegerse, los menores de edad.
1.-
Que la práctica sexual no sea dañina para uno mismo.
2.-
Que la práctica sexual no dañe a otro u otros.
3.-
Que sea consensuada.
4.-
Que se proteja a los menores de edad pues son los más vulnerables y no tienen
la madurez mental ni física, más que en contadas excepciones, para valorar si
esta en aptitud de practicar su sexualidad.
5.-
Que se castiguen los delitos sexuales que se cometan contra cualquier persona y
en especial contra las niñas, niños y adolescentes de ambos sexos.
Se
debe pasar de valorar las prácticas sexuales desde la moral cristiana para
pasar a ser valorada desde el Derecho básicamente y ampliar en todo momento la protección
a favor de los menores. Hoy hemos avanzado en los derechos a favor de las
niñas, niños y adolescentes y sabemos las razones de salud física, mental y
social por las cuales se les debe proteger; por lo tanto, queda la pederastia
como esta en calidad de delito y deberían ampliarse las protecciones efectivas.
Que los moralistas prediquen con el ejemplo porque este pueblo católico condena
todo desde su moral pero práctica todo lo que daña a los seres humanos. Que
gran hipocresía.
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