jueves, 11 de octubre de 2018

32 ESTRAGO DELAS VIRUELAS. MUERTE DE CUITLAHUATZIN Y DEL PRÍNCIPE MAXIXCATZIN. ELECCIÓN DEL REY CUAUHTEMOTZIN



32 ESTRAGO DELAS VIRUELAS. MUERTE DE CUITLAHUATZIN Y DEL PRÍNCIPE MAXIXCATZIN. ELECCIÓN DEL REY CUAUHTEMOTZIN

Como en anteriores notas digo que los historiadores ponen a los españoles como los personajes más importantes sin serlo en el sentido de número y de valor; cada uno debe ir tratando de darse cuenta que los naturales fueron de vital importancia para la derrota de los mexicanos y que fueron diversos los factores que los hicieron caer. Como en lo que hoy, llamamos México los pobladores no habían padecido algunas enfermedades no habían generado anticuerpos para combatir estas enfermedades traídas de Europa.  En concreto está el caso de la viruela. Va el texto de Francisco Javier Clavijero al respecto.

Las victorias de los españoles y la multitud de aliados que tenían a su devoción engrandecieron de tal suerte su nombre y conciliaron a Cortés tan grande autoridad en la tierra, que él era el árbitro de las diferencias que ocurrían, y el que daba o confirmaba la investidura de los señoríos que vacaban, como se vio en el de Cholula y en el de Ocotelolco en Tlaxcala, vacantes uno y otro por muerte ocasionada de las viruelas.

Este terrible azote del género humano, ignorado hasta entonces en aquel Nuevo Mundo, lo llevó consigo un negro esclavo de Narváez; contagiáronse con su comunicación los cempoaltecas y de allí se propagó el mal por todo el imperio mexicano con indecible daño de aquellas naciones. Perecieron muchos millares de hombres y quedaron algunos lugares despoblados. Aquellos cuya complexión prevaleció a la violencia del mal se levantaron tan estragados y con tan profundos vestigios del veneno en los rostros, que causaban espanto a los demás.

Entre los estragos que causó esa nueva enfermedad fue muy sensible a los mexicanos la pérdida de su rey Cuitlahutzin a los tres o cuatro meses de reinado, y a los tlaxcaltecas y españoles la del príncipe Maxixcatzin. Los mexicanos eligieron en lugar de Cuitlahuatzin a su sobrino Cuauhtemotzin, porque ya no vivía hermano alguno de los pasados reyes. Era joven de 25 años y de mucho espíritu, y aunque por poca edad poco práctico en la guerra, llevó adelante las providencias militares de su antecesor. Tomó por mujer y reina a su prima Tecuichpotzin, viuda del rey Cuitlahuatzin e hija de Moctezuma.

La muerte de Maxixcatzin fue de gravísimo sentimiento para Cortés, así por la estrecha amistad con que se habían unido sus ánimos, como porque a su influjo se debía principalmente la buena armonía entre los españoles y tlaxcaltecas. Por lo cual, después de haber asegurado el camino de Veracruz y de haber enviado a la corte de España al capitán Ordaz con una relación muy cumplida de todo lo sucedido hasta entonces, y al capitán Ávila a la isla de Santo Domingo a solicitar nuevos socorros para la conquista de México, partió de Tepeyac para Tlaxcala, y entró en aquella ciudad vestida de luto y haciendo otras demostraciones de dolor por la muerte del príncipe su amigo.

Dio, a instancias de los mismos tlaxcaltecas y en nombre del rey católico, el señorío vacante de Ocotelolco, uno, como ya hemos dicho, de los cuatro principales de aquella república, a un hijo del difunto, niño de solo doce años, que en el bautismo se nombró don Juan de Maxixcatzin[1] quedando el nombre del padre por sobrenombre del hijo  y de toda su ilustre posteridad; y por hacer alguna mayor distinción en atención a su padre, lo armó caballero al uso de Castilla.


Clavijero, Francisco Javier. Historia antigua de México.

México. 2009. Editorial Porrúa. Colección “Sepan Cuantos…”. Págs. 531, 532



[1] Solís dice que se llamó don Lorenzo, pero este fue el nombre de su padre. El del hijo fue don Juan, como consta en Torquemada.



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