El
gobierno de Enrique Peña Nieto, el Partido Revolucionario Institucional, el
Partido Acción Nacional más sus cómplices tratan de hacer ver las elecciones
presidenciales de 2018 como una meta, de la oposición, en un solo hombre, su enemigo
político, Andrés Manuel López Obrador. Para ello presentan un contraste maniqueista.
Una secta que mantenía que existían dos principios, uno bueno y, el otro malo.
Evidentemente
el principio malo es atribuido por Peña Nieto y secuaces, a López Obrador y, el
principio bueno a ellos mismos. Esta es la base de la actual política. Del
principio bueno se dice todo lo que es bueno, lo que parece bueno y se hace de
lo malo bueno a través de la retórica hueca, vacía. No hace mucho Osorio Chong
sostuvo que esta época es de las de mayor paz en quince años. Claro la verdad
es otra. Peña Nieto y cualquiera de sus seguidores mantienen que estamos mejor
que antes y, anuncian que el Edén está cerca, muy cerca. No hay día que no
ponderen bien y hasta, de manera fantástica las reformas privatizadoras. No hay
tal. Las grandes trasnacionales no les importa, el bienestar social sino las
ganancias. Seria de locura que las empresas privadas tuvieran como fin el
bienestar del pueblo.
Este
principio bueno, no lo es tal, es sabida públicamente la corrupción no solo de
Peña Nieto sino de todo su gobierno y delos dos restantes niveles. El final se
acerca rápidamente de esta administración, francamente nefasta, criminal y
corrupta, sin que se vea como pudiera cambiar para bien; lo único bueno es que
se acaba. Quiso gobernar Peña Nieto con apariencias y la realidad brutal tomó
su lugar sin concesiones. Se erigió el mismo como “El Salvador de México”, y
los incautos se lo creyeron. Peña Nieto con toda su natural crapulencia e
ignorancia echo, como se dice vulgarmente, toda la carne al asador y no le funcionó.
Ya no le queda ninguna cosa, ninguna acción, ninguna reforma que ofrecer sino
el discurso torcido de que todo va bien.
En
el fondo, en las elecciones del 2018, se va a estar decidiendo, si se sigue
implementando y profundizando el Neoliberalismo a través de las privatizaciones
o se cambia a lo menos del sistema político y, en su caso del rumbo económico.
No es la última oportunidad de Andrés Manuel para llegar a la presidencia de la
republica sino de que, se inicie el camino hacia el campo santo para enterrar
de una vez por todas el régimen priista actual; este sistema que durante los
dos sexenios panistas no solo no disminuyeron sus fuerzas sino que infectó a
los demás partidos con su veneno de corrupción, incluyendo al PAN. No es casual
que este partido de ultraderecha este dividido con una clara tendencia de una
buena parte del mismo con evidente colaboracionismo con el PRI. El priismo esta
con una pata viva y bien viva pero con el resto del cuerpo ya en el sarcófago.
Ahora
bien, López Obrador podrá o no ganar esta contienda de manera personal pero la
verdadera y más importante batalla será la que los ciudadanos den para enterrar
este régimen e iniciar otro, donde la democracia se imponga para empezar a desterrar
la injusticia, la corrupción, la inseguridad pública entre otros rubros igual de
importantes en lo negativo y, en lo positivo iniciar la construcción de un
nuevo estado muy distinto al actual que permita la reconstrucción del llamado
tejido social. Un nuevo estado donde se logre la explotación racional de los
recursos naturales, minerales, petroleros y de toda índole. En la prestación de
servicios y bienes debe seguir la misma racionalidad.
En
efecto, están dos posiciones antagónicas frente a frente, donde no se debe
perder de vista que esta lucha no es de caudillos sino del pueblo contra el
actual régimen y, no es que se quiera acabar con el mismo por puro capricho o
sed de venganza sino que, ya dio lo poco bueno y todo lo malo que nos ha traído
a este lamentable estado de postración. Con el continuismo de este régimen se
asegura la profundización de la corrupción pues ahora ya son más los partidos
corruptos que quieren rapiñar lo público. El colaboracionismo del PAN con el
PRI hace más difícil la lucha pero eso no debe ser obstáculo para llegar con
toda la fuerza posible.
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