Nos
han metido en la cabeza que para ser importante es necesario tener cosas pero
se sabe con certeza que, para ser importante se debe tener un fin en la vida y
que, el ser únicamente se aumenta con el desarrollo pleno del ser y que las
cosas materiales no aumentan un ápice al ser. He visto en una pared escrito: “Burros
de oro”, en la casa de ciertos ricos y, si bien la metáfora es ofensiva es certera;
son ricos que nadan entre cosas pero que, ignoran la cultura elevada, la ciencia,
la filosofía más elemental, el humanismo general y todo aquello que apreciamos
como valores o virtudes. Se nos hace
evidente que, una persona puede tener riquezas materiales pero aun con todo
ello, seguir siendo un lerdo y caemos en la cuenta que, esa es, una chapuza humana.
Al respecto como nos ha hecho reír el señor presidente al ver como de la
envoltura impoluta salen cascadas de cascajo.
Los
que manejan este sistema, políticos y ricos, se imaginan que están para
señorear sobre el pueblo y este tiene la obligación de mandar sin rendir
cuentas. Harán lo que sea sin ningún escrúpulo para seguir manteniendo este régimen,
donde los ciudadanos están moldeados para consumir con el goce fugaz que
proporcionan las cosas. Y, así quieren que sigan las cosas. Toda toma de
consciencia es para el gobierno y cómplices anarquía, desorden, delincuencia y
contra eso tienen una sola receta y medicina: la violencia del Estado en todas
sus formas, La Ley del Garrote, la tortura, las desapariciones forzadas, la intimidación,
las amenazas, las cárceles y campañas de desinformación.
Hay
que diferenciar claramente entre gobierno y pueblo. El gobierno es quien tiene
el poder político sin representar a los ciudadanos y mucho menos bien
gobernarlos; el pueblo es el rebaño que tiene el gobierno para trasquilarlo
cuando se le antoje. El gobierno es la fuente de la mayor corrupción y para
justificarse, arrastra al pueblo hacia ese terreno fangoso. Así puede decir que
todos somos corruptos.
El
gobierno hace funcionar a su voluntad el Estado (Territorio, población y
gobierno), con toda la corrupción a sabiendas que, las leye3s que el mismo
gobierno ha puesto en vigencia son laxas y los órganos de impartición de
justicia están de su lado, funcionando bajo la tutela del presidente de la república
o de cada gobernador de los estados. Este es el mejor entramado para que los
corruptos vivan a todo lujo y se hagan ricos de la noche a la mañana y con todo
cinismo salir a declarar que esas riquezas han sido conseguidas con décadas de
trabajo digno y transparente. El gobierno de corruptas y corruptos está bien
organizado, bajo el imperio ni más ni menos que de la propia Constitución de la
Republica. Ese es su escudo para que todo lo corrupto siga funcionando pues
alegan legalidad a todas horas y se atrincheran en ese murallón de la norma suprema.
Eso debe cambiar.
Lo
que los ciudadanos deben hacer es organizarse en comités y debatir los problemas
inmediatos, tomar acciones para solucionar los problemas concretos e ir
avanzando, en círculos más amplios hasta que se discutan, se tomen acciones
para solucionar los problemas nacionales como la corrupción de los políticos y
de ahí en adelante no soltar el poder de decisión y no permitir más un gobierno
meramente representativo en lo formal pero alejado del pueblo materialmente. Eso es lo que realmente temen las corruptas y
corruptos.
Las
corruptas y corruptos, tanto del gobierno como de la iniciativa privada, han
desatado una campaña de odio contra Andrés Manuel López Obrador y quienes los
siguen pero no se trata de quitar a unos para poner a otro u otros; lo que debe
cambiar es el régimen, un ser humano por muy buenas intenciones que enarbole va
a fracasar en un sistema político corrupto, lleno de corruptas y corruptos. No
se trata de un único ser humano se trata de que, el pueblo en verdad pase de pasivo
a un ejército de ciudadanos organizados y activos que intervengan en las
decisiones del gobierno imponiendo la democracia.
La
organización del pueblo consciente es lo que en el fondo temen los gobernantes
corruptos. Se les acabaría el negocio y, el negocio apenas empieza. Nuestra Carta
Magna dice que México es una república representativa, democrática, laica y
federal. Claro, la ley fundamental está mal y contienen errores garrafales pues
los integrantes del pacto federal no pueden ser estados libres y soberanos, es
una contradicción pues la soberanía le pertenece al pueblo y la ejerce la federación
no los estados que han perdido toda libertad y soberanía pues únicamente hay
una: la del pueblo en general.
Por
si esto fuera poco, la propia Carta Magna, reconoce que el pueblo es el
soberano y que todo poder dimana del pueblo y, este únicamente da facultades,
funciones o atribuciones a los funcionarios públicos pero jamás la cede porque
la soberanía tiene dos atributos ser inalienable; es decir, ni el propio pueblo
puede ceder, vender o traspasar su propia soberanía a ningún gobernante u órgano
del mismo Estado; por otro lado, la soberanía popular es imprescriptible, es decir,
su vigencia, su vigor no se desgasta por el transcurso del tiempo, esa soberanía
sigue tan lozana sin importar el paso del tiempo. Por estas únicas razones, el
pueblo debe organizarse, discutir y tener injerencia en el gobierno y cambiar
de régimen gubernamental y, si no funciona, agotados los esfuerzos, corregir,
modificar o volver a imponer otra forma de gobierno hasta lograr el mejor
modelo de Estado con la mínima corrupción y la mayor virtud. Ya se ha hecho en
el pasado y en el presente, esta no es una utopía. Ejemplos sobran.
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