Al
leer la historia desde, el descubrimiento del continente, ahora llamado América,
la conquista de México, en sus diversas versiones desde Hernán Cortés, Bernal Díaz
del Castillo, pasando por Fray Bernardino de Sahagún hasta William H. Prescott,
uno queda con la sensación de haber leído a embusteros, bien intencionados pero
historiadores acríticos y escritores parciales.
La
conquista del imperio azteca es de otro corte muy diferente a como se nos ha
contado y mucho muy alejado de la realidad. En general los mexicanos estamos
muy mal informados de la caída de Tenochtitlan y por ende, del imperio. Las
causas fueron diversas pero las de mayor peso son inherentes al imperio mismo.
Lo
que sabemos de nuestros antepasados es la versión extranjera alejada de la
realidad, nos guía la ideología de dominación y la versión oficial más que la
verdad. Es necesario volver a estudiar la historia en todas sus versiones siguiendo
lo ya hecho por Tucídides y subsiguientes historiadores: la imparcialidad.
Es
inverosímil que tan pocos españoles con tan poca educación y, con la ambición
desmedida por lo meramente material hayan podido derrotar a los mejores
guerreros mexicas; únicamente la ayuda de los tlaxcaltecas y el resto de los
pueblos sometidos pudo abrir camino a la caída de los aztecas. No por ello, se
debe juzgar a los tlaxcaltecas con la moral y el contexto actual; eso es un
error.
Si
se quiere encontrar el camino se debe de iniciar el cambio de paradigma
respecto a la historia de México, haciendo a un lado las frases como “..la
verdadera”, “historia de los indios”, etc., para encontrar la verdad en las
condiciones que se pueden encontrar después de tanto tiempo y tanto manoseo sin
escrúpulos. No hay verdadera historia con ideología ni somos indios, los indios
son de la India. Un error fatal de Cristóbal Colón fue el inicio de una cadena
de errores, falsificaciones, mentiras y falta de crítica. Libertad.
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