Se
dice de común que “cuando está más oscuro ya va a despuntar el día”. Quizá esto
no sea del todo cierto pero, sin embargo, se puede aplicar a este momento histórico
en México, con relación a la política y otros rubros. Con todo, esto será únicamente,
relativo a la política. El régimen priista dio todo de sí, desde hace más de
treinta años este régimen se empeñó en recibir las órdenes del gobierno de los
Estado Unidos para que, se implantara el Neoliberalismo como un todo en lo
social, en lo político y, en lo económico. No se pueden desligar estos tres
rubros de manera alguna en la realidad pero si para sí estudio.
A
la par que se privatizaba todo lo público, el Estado mexicano se fue haciendo
gradualmente débil, dejando que el crimen organizado, los gobernadores,
presidentes municipales y líderes se hicieran poderosos, independientes del
poder federal y llenaran los huecos de poder que dejaba el órgano ejecutivo ya
al servicio de las grandes trasnacionales y de su propia corrupción.
La
política sufrió un cambio de rumbo ya no hacían falta los políticos tradicionales
sino aquellos que garantizaran la continuidad de la privatización de los bienes
y servicios públicos: entre más lerdos mejor. No es casual que en México y
otros Estados se hayan encumbrado los más ignorantes de lo más básico en la política
pero con toda la disposición para quebrar empresas públicas con la firme intención
de venderlas al mejor postor que les garantizara participar en sacar pingues ganancias
de la privatización de lo público vía la corrupción. No es casual que el
presidente de la republica sea un activo corrupto y corruptor de lo público
como tampoco es azar que los gobernadores sean igual de corruptos y ocho de ellos;
del mismo régimen estén enfrentando vinculación a proceso.
Que
el régimen priista se cae a pedazos no hay duda; con todo, tiene sus
defensores, incluyendo a los panistas como Vicente Fox, Felipe Calderón y la
mujer de este último que saben que, las ganancias monetarias están en la
continuidad de este régimen político. Este régimen no es defendido por
priistas, panistas, perredistas, entre otros por ser un buen sistema político sino
por todo lo contrario, es el único que les garantiza hacerse ricos a la par de las
privatizaciones con toda impunidad.
El
régimen priista en sus años dorados contaba con dos pilares solidos; el poder político
del presidente en turno y la rectoría de la economía. Al implantarse el
Neoliberalismo se perdió la rectoría de la economía que pasó a manos de las
trasnacionales y, a la par el presidente perdió el manejo de los tiempos en la política.
La apertura política dejó sin este rubro al presidente en turno, ya sea priista
o panista que, para el caso es lo mismo. Y, sin estos dos rubros adiós
Presidencialismo y adiós control del Estado.
El
Partido Revolucionario Institucional, lleva imbíbita la contradicción en su
nombre ¿cómo se puede ser revolucionario e institucional?, eso es imposible pero
hasta ahora no se había puesto a prueba tal engañifa. Como partido político el
PRI es conservador con sus escapadas al patriotismo, a tintes democráticos, concesiones
políticas inevitables pero su ADN político es conservador en el fondo, más de
ochenta años lo prueban con una fuerte dosis dictatorial totalitaria.
Al
PRI le queda como destino convertirse en uno más de los partidos políticos en México,
con la clara desventaja de no saber luchar fuera de la arena de la corrupción,
de la impunidad, del carro completo pues nunca lo han hecho; en todo momento
han vivido en la corrupción total. Sus dirigentes, los únicos beneficiados en
este régimen, el resto de priistas masoquistas padecen igual su despotismo, lo
saben y trataran con todas sus fuerzas, mañas, tretas y deshonestidad de
sostener este régimen o de mutar a otro conservando el núcleo de la corrupción e
impunidad. El régimen por su parte, esta acabado.
En
este momento histórico está a prueba todo lo anterior y, apuesto a que el régimen
priista vive sus estertores agónicos no porque se me ocurra sino porque los
hechos, los datos objetivos dan ese resultado. Ahora bien, las condiciones están
dadas para que la ciudadanía imponga la democracia a mediano y largo plazo o
para que el PRI mute en otro virus político aún más fortalecido con los mismos políticos
corruptos encabezando el nuevo Estado híper moderno mexicano pues muerto el
Estado moderno no queda quedarle paso al siguiente. En efecto, los cambios para
bien o para mal los hace el pueblo, ya sea por acción o por omisión. Pero hoy día
los ciudadanos no tienen opción están entre la espada de las grandes
trasnacionales y, la pared de corrupción desbordada de la actual clase política
y tendrán, quieran o no, que incidir en el rumbo de la política.
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