sábado, 28 de octubre de 2017

EL CENTRO DE LA VIDA



La vida pocas veces se ha tenido su centro en la vida misma. En el inicio se empeñó en el mito, después en las religiones politeístas, para seguir con el monoteísmo; esto son dejar del todo los mitos. Se podría pensar que, con la llegada de la ciencia los seres humanos se iban a liberar de por lo menos los mitos; no, por el contrario, se sumó que, los seres humanos empeñamos nuestra vida a lo económico y todo se ha complicado aún más

La nueva religión es la acumulación de riqueza de manera interminable. No es de extrañar que las relaciones humanas se hayan deteriorado y los mismos seres humanos nos hayamos convertido en mercancías. Claro no todo está perdido; pero, así están las circunstancias.

Calificamos a la Edad Media como una época de oscurantismo; es una ironía que, en esta era, habiendo mucha luz, mucho más que en el "Siglo de las Luces", haya una miopía general de estar siendo usada la mayoría de los pueblos como cosas, como masa para ser explotada y dirigida para el mero consumo. Era menester desviar la mirada de los seres humanos de su objetivo de ser humanos, era preciso cegarlos, engañarlos, volverlos miopes a lo menos a través de la ideología del consumo. No hace falta el “soma”, huxleano ni “El Gran Hermano”, el software ha sido implementado en nuestras cabezas a través de la publicidad. Algo tan, aparentemente, inofensivo pero además legal.

El centro de la vida debe estar en el centro de la misma, sin necesidad de tener cosas ni siquiera poseerlas. Es rara la sensación de vivir, de tener consciencia de vivir tal y como los demás seres. Seria extraordinario que la gente sintiera la vida como una fiera mirando la noche estrellada con plena consciencia de su ser, de su ronroneo y de su risa larga y abierta.

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