Las desgracias
nacionales, la postración, la debilidad al parecer tienen un lugar común de
asiento y convivencia: Latinoamérica y una única forma de paliar todo ello: el
fútbol.
No hay nación
latinoamericana que no se sienta orgullosa de los logros de su selección
nacional (Que por cierto es manejada por capital privado y por privados), y que
a la postre resulta una manera bastante eficaz de control de la frustración, la
pobreza y la marginación personal y nacional.
Mientras no sea
superado este orgullo estúpido, inducido por los grandes empresarios del
fútbol, no se podrá dar un solo paso hacia la dignidad humana. Se deja atrás la
participación ciudadana en un tema fundamental, la política para saltar y
gritar como adolescente en las tribunas de un estadio.
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