viernes, 24 de marzo de 2017

CHINGAR COMO FORMA DE SER



Es increíble como una palabra puede contener buena parte de la idiosincrasia de un pueblo, en el presente caso, el mexicano. La palabra chingar define muy buena parte de ser del pueblo mexicano sin importar la clase social aunque los de arriba terminen chingando a los de abajo. “Ninguna persona se hace rico, trabajando honradamente”, sentencio un filósofo amigo mío, cierto día que dialogábamos sobre dinero. Y, tiene razón, se puede hacerse rico con arreglo a las leyes pero contra toda moral y ética.

Así somos los mexicanos, tratamos por todos los medios de chingar a los demás y cuando lo logramos nos sentimos orgullosos de ello; mejor los chingo ante de que ellos lo hagan. Es muy popular el dicho: “A chinga que atrás vienen chingando”. Y esto es muy revelador al dar a conocer que se chinga a los otros a escondidas, simulando, manteniéndolos en el error, con engaños y a traición, con alevosía y ventaja: a espaldas de los otros; de frente es poco probable.  

Ahora bien, chingar también tiene su connotación sexual ya sea en el sentido literal o figurado. El albur está estrechamente ligado a la palabra chingar pues quien gana en albures se chinga los demás. En efecto, conquistar carnalmente a una mujer es chingarla porque no hay la buena intención de hacer vida sentimental con ella sino el a simple acto sexual; aunque nuestras mujeres ya también pueden jactarse de chingarse a más de uno.

Por ello, quienes chingan, son chingones y el colectivo tiene modelos, paradigmas de los que es ser chingón y quizá ahí este una parte de la explicación del por qué siguen los políticos, ricos, gobernantes, líderes y todos aquellos que detentan el poder político o de otra índole en sus altares pues, si cayeran sin más se caerían los modelos a los que se aspira llegar a ser. Chingar a los chingones es chingarse a sí mismos. Eso sí cuando cae un chingón hacemos leña del árbol caído.

Chingar en todo caso tiene el sentido de poder solo que no de forma recta en todos los casos aunque puede alguien ser chingón por sus cualidades en el comercio, el estudio, en determinado oficio, arte o ciencia sin tratar de chingar a los demás sin malicia, sin dolo ni ventaja y de frente. Esto es posible porque en caso contrario no podríamos valorar una y otra conducta. Dicho lo anterior me voy a trabajar, es decir, a chingarle.


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