Es increíble como una palabra puede
contener buena parte de la idiosincrasia de un pueblo, en el presente caso, el
mexicano. La palabra chingar define muy buena parte de ser del pueblo mexicano
sin importar la clase social aunque los de arriba terminen chingando a los de
abajo. “Ninguna persona se hace rico, trabajando honradamente”, sentencio un filósofo
amigo mío, cierto día que dialogábamos sobre dinero. Y, tiene razón, se puede
hacerse rico con arreglo a las leyes pero contra toda moral y ética.
Así somos los mexicanos, tratamos por
todos los medios de chingar a los demás y cuando lo logramos nos sentimos
orgullosos de ello; mejor los chingo ante de que ellos lo hagan. Es muy popular
el dicho: “A chinga que atrás vienen chingando”. Y esto es muy revelador al dar
a conocer que se chinga a los otros a escondidas, simulando, manteniéndolos en
el error, con engaños y a traición, con alevosía y ventaja: a espaldas de los
otros; de frente es poco probable.
Ahora bien, chingar también tiene su connotación
sexual ya sea en el sentido literal o figurado. El albur está estrechamente
ligado a la palabra chingar pues quien gana en albures se chinga los demás. En
efecto, conquistar carnalmente a una mujer es chingarla porque no hay la buena intención
de hacer vida sentimental con ella sino el a simple acto sexual; aunque
nuestras mujeres ya también pueden jactarse de chingarse a más de uno.
Por ello, quienes chingan, son chingones
y el colectivo tiene modelos, paradigmas de los que es ser chingón y quizá ahí este
una parte de la explicación del por qué siguen los políticos, ricos,
gobernantes, líderes y todos aquellos que detentan el poder político o de otra índole
en sus altares pues, si cayeran sin más se caerían los modelos a los que se
aspira llegar a ser. Chingar a los chingones es chingarse a sí mismos. Eso sí
cuando cae un chingón hacemos leña del árbol caído.
Chingar en todo caso tiene el sentido de
poder solo que no de forma recta en todos los casos aunque puede alguien ser chingón
por sus cualidades en el comercio, el estudio, en determinado oficio, arte o ciencia
sin tratar de chingar a los demás sin malicia, sin dolo ni ventaja y de frente.
Esto es posible porque en caso contrario no podríamos valorar una y otra conducta.
Dicho lo anterior me voy a trabajar, es decir, a chingarle.
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