miércoles, 29 de marzo de 2017

EL SÍNDROME (EL MAL) DEL QUIJOTE



Los candidatos ganadores a la presidencia de la república, inmediatamente que toman posesión se les posesiona el síndrome del Quijote; la realidad real es sustituida por su realidad y no hay poder humano que los saque de su fatal error; aun después, de haber dejado el cargo siguen con su necedad incurable de ver y pensar todo al revés de la realidad. Enrique Peña Nieto es una víctima más de tal síndrome. Declara cualquier cosa que ya está dentro de la locura total. Como diría Vicente Fox: “Ya digo cualquier tontería, total yo ya me voy”. Palabras más palabras menos. Se le ha ocurrido a Peña Nieto haber construido un mundo raro pero perfecto. Claro eso, únicamente lo ve él, con esos ojos de visión distorsionada que posee en exclusiva.

Peña Nieto para la realidad tiene la inocencia de un niño y para los problemas que él, mismo crea, la jovialidad de un adolescente torpe. Eso sí para la corrupción es un maestro. En sus locos devaneos ha creado un mundo paralelo en donde se ve como un caballero andante que arremete contra gigantes, da gubernaturas, soluciona entuertos, enamora a dulces doncellas y, se torna un gigante del pensamiento y un Hércules que todo avasalla.

La realidad es muy distinta pero la corte de aduladores lo mantiene en el error. Miguel de Cervantes tuvo a bien volver cuerdo al Quijote pero en lugar de reivindicarlo lo mata. A los presidentes y expresidentes no hay forma de volverlos a la realidad. Se pasan toda su vida rumiando contra el pueblo que justamente les reclama sus excesos y su infinita necedad. Los ex presidentes priistas, a excepción de Carlos Salinas, tenían la decencia de callar y únicamente en privado desojaban la margarita. Los ex presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón impúdicamente andan por las calles soltando la lengua sin control alguno. Se han vuelto los bufones y los tontos del pueblo. Rabiosamente despotrican contra todo y, en un alarde de locura exacerbada por su propia megalomanía tunden al pueblo con sus diatribas enfermas.

Peña Nieto enfermo y loco como esta no ha tenido que esperar el retiro sino en un alarde de locura suprema ya se adentró en las tinieblas de su ignorancia y a toda costa quiere que el pueblo acepte su mundo, su realidad. ¿Cómo hemos llegado a este lamentable estado en la vida?. Ateo como soy esto me ha pillado y tengo que apañármelas para no creer en un castigo divino o maligno. No, de esto somos responsables nosotros, el pueblo por no meter en cintura a tantas cinturitas de la política. Mea culpa. 

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