sábado, 29 de octubre de 2016

UN DEMÓCRATA ILUMINADO POR DOGMAS





Es sabido que los panistas dicen regir sus vidas por las Sagradas Escrituras, y Felipe Calderón no es la excepción. Un buen día se levantó y decidió que iba a acabar con los carteles a punta de balazos y muy ufano declaró una guerra. Se vistió como todo un guerrero y emuló, en sus locos sueños, a los cruzados. Dios, su Dios lo guiaba. El muy tonto no entendió que en lugar de un ejército armado con fusiles se necesitaba un ejército de contadores, fiscales y jueces; los primeros para seguir los caminos del dinero mal habido, los segundos para ejercitar acciones penales y los últimos para impartir justicia recta. Claro no iba a molestar a los dueños de los bancos, de la bolsa de valores, casas de cambio, en suma, a los dueños de todo el sistema financiero mexicano. El resultado un desastre.


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