Las
religiones se crearon casi al inicio de la historia del ser humano para
explicar la realidad desde la metafísica, creando dioses, seres divinos, semi
dioses y toda clase de seres imaginarios a los cuales se les atribuían las conductas
humanas que se consideraban y consideran buenas y malas. Con el tiempo se pasó
del politeísmo (pluridad de dioses), al monoteísmo ( un solo dios). Las nuevas
religiones tenían la necesidad del odio, de la guerra muerte de las religiones politeístas y no
escatimaron toda clase de brutalidades para alcanzar su fin. Todo ello con la bendición
divina, dicen. Y, han logrado su fin: el monopolio religioso.
Ahora
bien, las religiones se crearon para dar contestación a lo desconocido y para
imponer determinada conducta al ser humano y sostenerlo en la oscuridad con
castigos innombrables, terribles. Y, esto ha tenido éxito pues sigue manteniendo
en la oscuridad a millones de personas que viven materialmente en el presente
pero psicológicamente en el siglo quinto de esta era. En efecto, las religiones
tienen como fines principales dos rubros: mantener en la ignorancia a los
fieles y su manipulación como consecuencia.
Por
ello, los religiosos no pueden tener consciencia plena de la realidad ni ser
libres y por ende autodeterminarse como personas. En todo momento necesitan de
otro u otros para saber que es lo bueno y lo malo. Sus ideas no son sus ideas sino la imposición brutal,
sutil o por tradición de un mundo metafísico, nunca conocido por si mismos sino
solo, sabido de oídas y prometido para siempre en una infinitud de estar sentado
a la derecha del padre. Puro extravío. Inicio y fin de las mentiras.
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