¿Que es lo bueno?.
Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad del poder,
el poder en si.
¿Que es lo malo?. Todo
lo que hunde sus raíces en la debilidad.
¿Que es la felicidad?.
El sentir que nuestro poder va en aumento, que estamos superando algo que nos
oponía resistencia.
Tal es la posición que
toma Federico Nietzsche ante la moral cristiana. Esto es sabido y archisabido
por los filósofos y todos aquellos que han leído a este pensador singular. Con
todo, por mi parte no me refiero a la mera academia y el saber teorético sino a
la vivencia que puede resultar de llevar a la practica en diversos ámbitos la
voluntad del poder. He visto muchos académicos bien enterados de esto pero muy
poco avezados en su praxis.
Se ha dicho que el
pensamiento de Nietzsche es impracticable; que el mito del súper hombre es eso
y no algo concreto. Es posible; aunque por lo menos se debe probar en uno mismo
esa teoría. El actual sistema económico ha sujetado a todos los demás sistemas
y los ha llevado a sus grados más extremos; en muchos casos al paroxismo. Seria
interesante encontrar o criar seres humanos que tomaran los acontecimientos
externos y propios con frialdad, donde los demás se sintieran ahogados por las
circunstancias. Seres humanos que en lugar de llevar la decadencia imbíbita pudieran
por virtud, del aumento de su ser, desterrar, hasta donde fuera posible la
debilidad.
Se ha creído que el máximo
bien humano es la felicidad como un estado al cual se accede por vías inocentes
o por lo menos inadecuadas. Por ello, al menos se debe intentar saber si el
aumento del poder produce felicidad. ¿Quien o quienes se atreverá a poner en
practica la propuesta de Nietzsche?. ¿Quién se volverá “El Anticristo”?. Claro,
en su significado filosófico de Nietzsche, es decir, con sabiduría salvaje.
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