La
revolución mexicana tuvo como objetivos alcanzar el mayor bienestar del pueblo
y en cierta medida, mediana, lo logró; se crearon instituciones, institutos,
leyes tendientes a proteger los derechos de los campesinos y de los obreros.
Claro, dentro de un sistema político bautizado como un “Dictadura Perfecta”,
porque no se cuestionaba sus legalidad ni su legitimidad; esto era monopolio
del gobierno continuista en turno. La presión externa iba a ser más importante
que la interna para resquebrajar este sistema aun operante.
La
globalización, en efecto, vino a romper la doctrina Estrada, que fue utilizada
por el gobierno priista como escudo para no ser criticado y menos que hubiera intervención
extranjera. Si bien, el principio de La autodeterminación de los pueblos y su
correlato de no intervención de los asuntos internos de los Estados nacionales,
es racional y correcta su aplicación estuvo muy lejos de ser real. Nunca el
pueblo pudo determinarse en virtud de haber usurpado el poder soberano del
pueblo por parte de un partido (El PRI). A través de esta doctrina el gobierno
se acorazó y nunca permitió que los extranjeros se inmiscuyeran en las
arbitrariedades cometidas por el oficialismo. El golpe, que habría de
pulverizar la doctrina Estrada y abrir el Estado mexicano fue la globalización,
las redes sociales y los adelantos tecnológicos en las comunicaciones.
No
obstante, la nueva realidad tenía necesidad de determinar el nuevo orden jurídico
del Estado mexicano y se empezó por la legislación secundaria que permitió la privatización
de los bienes y servicios públicos. El golpe definitivo lo asestó el gobierno
de Enrique Peña Nieto con lo que él, llama “Reformas estructurales”, que no son
otra cosa que la privatización profunda de todos los bienes y servicios con la restricción
o perdida de los derechos agrarios de los campesinos y laborales de los trabajadores.
La
revolución pretendió la independencia económica y lo logro medianamente; las
contra reformas estructurales se oponen a la revolución mexicana y deja en
estado de dependencia al Estado mexicano (Gobierno, población y territorio).
Las reformas estructurales son en la realidad una vuelta la dependencia no solo
económica sino política. El actual gobierno hace una contra revolución profunda
oponiéndose tajantemente a la libertad, a la justicia, a la democracia y todas
las aspiraciones revolucionarias y humanas.
El
trabajo que tiene el pueblo mexicano por volver a tener cierta independencia económica
y política es enorme, en virtud de estar el actual sistema jurídico y político en
contra de las aspiraciones humanas de libertad y de todas las demás concomitantes.
Esto no podría traer más que, desprotección a los campesinos, obreros y
trabajadores de toda clase. LA consciencia, mayor pobreza al pueblo y mayor
enriquecimiento de las trasnacionales. El fracaso era inminente.
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