La
época navideña tiene la capacidad de cegar hasta a los mejores cerebros. El
banco que debería guardar las divisas de Belén o Nazaret, está quebrado desde
hace mucho y el tesoro nacional ha sido saqueado. Con ello, el “Feliz año
nuevo”, no es más que un cheque sin fondos. A la pequeña borrachera navideña le
sigue la resaca de inicio de año. Nunca se debe subestimar el poder, la
capacidad de la sociedad para arrastrar al individuo a tradiciones huecas,
malsanas, sin sentido ni utilidad alguna. La navidad de hoy es una copia más
gastada que la de años pasados.
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