Nuestro
inmediato referente en casi todo, los son, los Estados Unidos de Norteamérica, sin
embargo, solo me referiré a lo económico y lo jurídico. Estos dos rubros son
dos de las tres bases de la vida de nuestros vecinos. Su visión de construirse
como nación y después como un Estado, gradualmente se forjó de esta manera, sin
lo cual hubiera sido imposible “El sueño americano”. La premisa era que todo
ser humano, podía alcanzar sus sueños por su propio esfuerzo. Para ello era
menester que, hubiera libertad en la economía y que esa libertad estuviera
resguardada por la justicia más o menos igualitaria para todos. Es evidente
que, siempre han existido delincuentes, pillos y picaros que infringen las
leyes y en el presente caso, no es la excepción. Con todo, la tierra de las libertades
cumplió su cometido en el marco del capitalismo con un fuerte nacionalismo. Una
economía general y una justicia general donde el individuo se realizara, es, el
sentido del “Sueño americano” y no otro.
En
México, el liberalismo económico surgió, desde Porfirio Díaz, bajo la premisa
de que, era solo para unos cuantos gobernantes y la clase burguesa, nacional y
extranjera. La revolución mexicana no cambio de fondo el sistema económico,
aunque se debe reconocer que se intentó. En este periodo se consolidaron las
grandes empresas trasnacionales mexicanas. El pueblo nunca tuvo una participación
activa ni jamás se vio un liberalismo económico a disposición de la generalidad
sino de una elite.
Con
la implementación del neoliberalismo, se ahonda la pobreza y se privilegia a
las trasnacionales, nacionales y extranjeras bajo un marco de corrupción sin límites
y una justicia en puros muñones para la clase política y pudiente económicamente.
En
México es claro que se hace todo lo contrario sin a lo que se hace en los Estados
Unidos de Norteamérica. No se entiende y menos se practica lo que se pregona.
Tal y como las leyes durante la Colonia “Se acataban pero no se cumplían”. No
se quiere llevar a cabo y se evita por todos los medios, lo siguiente: “Haciéndose
el bien general se logra el bien particular sobre las bases de una economía a disposición
de la generalidad y una justicia también general; sin estos presupuestos, el
resultado es: “La pesadilla mexicana”.
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