Que
nos importa a nosotros si tenemos nuestro ser más sensible a las verdades
ocultas que el resto, nuestro ser es, un
dínamo ardiente, no se apaga sino en breves intervalos para volverse a encender
con más fuerza. Todo ello coronado por la inteligencia y una voluntad que se
prueban así mismas una y otra vez. Nos aventuramos más allá de nuestros límites
y ampliamos nuestro territorio incansablemente. Nuestro descanso es un duermevela
lleno de despistes y viajes de reconocimiento hacia lo nuevo. La pasión nos
ciega y nos hace rozar los bordes de la locura, nuestra sagrada locura
dionisiaca. Somos tigres y águilas que se desgarran en el ardor de la
primavera. Huitzilopochtli y Quetzalcóatl caminan con nosotros como símbolos de
una tensión entre la fuerza desmedida y la razón activa. Exhaustos día tras día
esperamos la luz del sol y nuestro media día. En suma somos mexicanos traídos del
glorioso pasado.
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