miércoles, 23 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD SEÑOR PRESIDENTE



Ahora que el buen presidente duerme y sueña con el futuro y su buena pensión por los grandes servicios a la nación. Ahora que los muertos cantan su desgracia y los vivos gimen de dolor Es hora de decir la verdad publica y hacer un “Yo, acuso”. Y, en efecto yo acuso a enrique Peña Nieto de ser cobarde, ignorante y cínico. Cobarde al enfrentar la realidad, ignorante de esa misma realidad y cínico al hablar de sus logros. Su corrupción como su estupidez no tiene límite. Como todo cobarde no se arredra a la hora de ante ninguna infamia al momento de llenar momentáneamente su ambición, madre, esposa e hijos van incluidos. Con ello corrompe la vida nacional. No le importan los escándalos públicos con tal de seguir una vida frívola, sin sentido.

Se ha rodeado de una caterva de pillos de siete suelas. Ojala hubiera palabras amables y hasta hermosas para describir esta desgracia, esta gangrena nacional. No las hay. Peña Nieto se ha reunido con su gabinete principal y ampliado, (eso nos dice muchos sobre el parasitismo), para felicitase, sabiendo que no hay quien lo felicite, para felicitar a los más grandes vendedores del mundo de cochera; porque eso son, vendedores al remate de los bienes públicos. Sin embargo, eso es lo de menos.

Yo acuso a Peña Nieto de poner la vida en el precio más bajo, en la ignominia. Su natural imbecilidad no le alcanza para darse cuenta de las consecuencias catastróficas y fatales de sus innobles acciones pero, eso no lo exime de ser responsable y culpable de ser un monstruo per defectum. Un perfecto imbécil lleno de soberbia cesariana centavera.

Ahora que se ha acabado el patriotismo, el verdadero patriotismo y no, el patriotismo ramplón y de mal gusto de celebrar en la plaza pública con una y mil simulaciones y un centenar de payasadas, quiero dar su réquiem a través de esta misiva y dictar sentencia condenatoria e inapelable en contra de estos fariseos investidos de poder público. Yo no sé ustedes, pero no puedo dejar de pensar en la feliz navidad del señor presidente. Ese imbécil que no tiene empacho en mentir sin sentirse humano y humanista.

Los miles y miles de muertos, más los que se suman, nos condenan irremediablemente. El pueblo también es responsable y culpable de estas atrocidades con su manifiesta pasividad y hasta permisividad. No sé qué se vaya a celebrar en esta época con tanta sangre y con tantas muertes que harían sonrojar al mismo Hitler.

Feliz Navidad señor presidente, ha usted hecho de México un estercolero de sangre, convirtiéndose así, en su equivalente. Feliz Navidad pueblo mexicano. Beban, abrácense, digan palabras de amor. El amor está ausente. La felicidad tiene alas de cuervo. Síganse engañando, sigan mintiendo y  sigan acobardándose señores gansos de la vida. 

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