sábado, 26 de diciembre de 2015

INVIERNO




Satanás obra de formas misteriosas, sutiles y amables. Un invierno casi veraniego. Mi despacho-estudio cada invierno, por lo general, se vuelve un sitio muy frio, un frigorífico industrial para carne. Por lo menos necesito tres prendas para estar ahí, escribiendo. No importa si cambiara de lugar en la casa, el frio es terrible. No obstante, este es uno de los infiernos más benignos para mi salud; también, más adecuados para leer y escribir. Dieciséis horas diarias de intenso trabajo. Escribir se me ha vuelto una obsesión. El libro ha ido de obra negra a ir tomando forma y ya está en los acabados, no de lujo porque pocos lo entenderían, no tan magro, se perdería el interés. Eso sí, algunas sorpresas para los conocedores. Por las pezuñas de Belcebú, se van a tener que esforzar. Años de embarazo de ideas, ahora maduras, de mi edad, ya no me permiten seguir en gravedad. Antes de que termine el año, tendré mi parto en esta soledad diamantina.


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