Satanás
obra de formas misteriosas, sutiles y amables. Un invierno casi veraniego. Mi
despacho-estudio cada invierno, por lo general, se vuelve un sitio muy frio, un
frigorífico industrial para carne. Por lo menos necesito tres prendas para
estar ahí, escribiendo. No importa si cambiara de lugar en la casa, el frio es
terrible. No obstante, este es uno de los infiernos más benignos para mi salud;
también, más adecuados para leer y escribir. Dieciséis horas diarias de intenso
trabajo. Escribir se me ha vuelto una obsesión. El libro ha ido de obra negra a
ir tomando forma y ya está en los acabados, no de lujo porque pocos lo entenderían,
no tan magro, se perdería el interés. Eso sí, algunas sorpresas para los
conocedores. Por las pezuñas de Belcebú, se van a tener que esforzar. Años de
embarazo de ideas, ahora maduras, de mi edad, ya no me permiten seguir en
gravedad. Antes de que termine el año, tendré mi parto en esta soledad
diamantina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario