sábado, 26 de diciembre de 2015

LA VIDA, LA MUERTE



De común, se separa la vida de la muerte como si fueran dos hechos separados. No hay tal. La muerte es lo que le pasa a la vida}; la muerte está contenida en la vida no fuera de ella. Si se atendiera más vivir que, dejarse llevar por los amplios ríos de la vida tradicional, familiar, institucional en cualquier ámbito (estatal, teológico, desde la costumbre, lo social etc.), se vería y probaría la riqueza oculta de la vida. Morir es un hecho inevitable, vivir es un reto mayúsculo. No hay una oposición entre la vida y la muerte sino una consecuencia factual, inevitable. Por el contrario, la vida libre en lo posible es el verdadero problema. Ya lo dijo Juan Jacobo Rousseau “El hombre (ser humano), ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas…”. El “Conócete a ti mismo” de Sócrates debe complementarse con “El sé tú mismo” de Nietzsche. No me queda duda de que, la vida plena raya en la locura. El esfuerzo tremendo que se hace para elevarse por sobre las propias limitaciones tiene sus efectos más fuertes sobre la psiquis. ¿En dónde se hallará signos de fortaleza y debilidad más marcados?, en la mente. La sensibilidad o mejor dicho, la híper sensibilidad es un atributo de los seres superiores, hallan en todas partes una realidad más profunda. “Como se llega a ser lo que se es”, “Potencia” y “Acto”, son solo conceptos que al ser llevados a sus plena realización en la realidad pueden hacer saltar los principios rectores de la vida, sacar de su hábitat y destino manifiesto al que se atreva. Vincent Van Gogh ha vivido más intensamente que la gran mayoría de sus contemporáneos y mucho me temo que las generaciones posteriores.



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