A
los ingleses se les deben muchos inventos benéficos para la Humanidad pero también
los ridículos mayúsculos o las tragedias más grandes. Al inicio del siglo XX
construyeron el mayor trasatlántico del mundo, era su orgullo sin duda alguna. Tenían
la seguridad que habían construido un barco fuera del peligro de hundimiento y
eso era falso, lo descubrieron la noche del catorce al quince de abril de mil novecientos
doce. La peor tragedia marítima por sus efectos psicológicos, materiales, técnicos,
sociales y de toda clase, se hizo realidad, el Titanic se hundió
irremediablemente. Sus restos se han ido rescatando de a poco y de su gloria
inicial solo queda la marca indeleble de la tragedia.
Con
su natural propensión a la grandeza desmedida, The Economist, los nuevos tele-constructores
del Titanic mexicano, en su especie de reformador, presumían al mundo su
preclaro conocimiento de este trasatlántico Neoliberal mexicano y aseguraban
que estaba fuera de toda probabilidad de hundimiento. Flamante, seguro hasta en
lo mínimo, construido con el acero de más alta calidad no tenían empacho en dar
a conocer al mundo su aprobación con gran trompetería acompañada de bombo y
platillo. El Prometeo mexicano surcaba, desde su visión, con gran valentía y
seguridad por mares apaciguados por su majestuosidad.
Desde
las riveras mexicanas la visión era totalmente diferente. Las fallas de construcción,
los malos materiales, la inmensa corrupción hacían presagiar una tragedia. El
Titanic original se topó con la punta de un inmenso iceberg y ello basto para que se
fuera su figura imponente al fondo del mar. El Titanic mexicano, en su especie
de gobierno Neoliberal, se topó con un iceberg de muerte y fuego, si hemos de
creer al Procurador General y se hundió en el mar de las mentiras, la simulación,
la corrupción y la ignorancia. The Economist al darse cuenta del hundimiento
solo acertó a decir el epilogo: “Un presidente que no se da cuenta de que no se
da cuenta”. The Economist queda en el grado de error fortuito pero señala con precisión
que Enrique Peña Nieto está en un nivel más bajo e insalvable.
En
México, vulgarmente quien comete errores poco probables es, un pendejo y deja
de serlo cuando supera tales errores pero existe otra definición para quien comete
de manera permanente los mismos errores y nunca aprehende de los mismos (no se
da cuenta), re-pendejo, el nivel de imbecilidad (no se da cuenta de que no se
da cuenta).
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