En
el Estado de Puebla la democracia se justifica con obras faraónicas, que tienen
como fin la egolatría del gobernador, dejando en el abandono el gasto social,
es decir, lo humano. Esta preferencia por lo no humano (las obras faraónicas),
como resultado de la privatización bárbara, tienen como efecto el descontento social.
Así, el poder político sometido al económico tiene como medida de estabilidad
el terror pánico producido entre el pueblo a través del endurecimiento de las
leyes y el encarcelamiento de los luchadores sociales.
Si
lo anterior, es descarnado, el gobernador Rafael Moreno Valle, siempre tiene a
su disposición los medios de comunicación y en especial a la televisión privada
y del propio estado de Puebla. No hay un solo momento en que no se pueda topar
el ciudadano con una cascada de spots cargados de publicidad oficial.
Terror
contra el pueblo y construcción de la realidad mediática son los dos grandes medios
de los que se vale el gobernador para construir una ficción alrededor del culto
a su personalidad, con la complacencia de los órganos, legislativo y judicial.
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