No
hay cosa más contradictoria y absurda que un ser omnipotente, omnipresente y
sabio en absoluto tenga la necesidad de poner sus ideas, sus actos y al final
su reino en personeros tan tontos, corruptos y ridículos sin corregir tales
males. Eso no habla muy bien de su sabiduría, de su poder y su indiferencia.
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