La
vida siempre ha sido dura, difícil, ese es el reto para el ser humano, construirse
contra las adversidades. Se nace sin la voluntad, se tiene que hacer cada uno su
propia vida y se muere contra voluntad. Este es el contexto general de la vida.
No hace falta mucho estimulo, mejor dicho, hace falta estimular al ser humano
para que siga más o menos en la misma línea. La vida es como una gran prensa
que trata con toda su fuerza, por todos lados y por todos los medios de exprimir,
de agotar al ser humano y generalmente lo logra. La mayoría no puede lidiar con
la enorme presión. Sin embargo, para ello se ha creado un sin número de
ficciones, de mentiras, de mitos y de
falsas ilusiones.
A
mayores exigencias corporales y mentales, se le imponen mayores días de celebraciones
para ocultar la decadencia de la vida y encaminar al ser humano hacia un círculo
vicioso: el consumismo revestido de días maravillosos, de nuevos amaneceres, de
paz y dicha, de nuevos comienzos y purga de todo tipo de males y por si esto
fuera poco, un re nacer. La Navidad se viste de todo ello y da la esperanza al
ser humano por un corto tiempo de una nueva vida. Doce deseos y propósitos de
Año Nuevo. La tragedia griega y los sacrificios prehispánicos tenían pleno
sentido aunque se crean pura barbarie. La primera purgaba al pueblo de su carga
nociva psicológica, los segundos celebraban la vida a su manera.
No
obstante, no se cuenta con mecanismos colectivos para las enfermedades
colectivas y muy pocos particulares para curar toda la carga que regala la híper
individualidad, de la soledad, del intenso sometimiento a la rueda del trabajo
y el abandono de la dignidad humana. Lo económico está por encima de la vida y
pocos se dan cuenta que no está en su voluntad ni a su alcance salirse en
definitiva del sistema económico; esto solo es posible de manera intermitente.
No
es posible re nacer o mudar como se pregona en la Navidad. El pasado empuja en
una sola dirección y determina lo que se llegará ser. No se puede determinar de
manera exacta el futuro pero de manera genérica se puede avizorar el año
siguiente, el mes siguiente y ni se diga el día siguiente. Si se viera
objetivamente la Navidad se tendría que aceptar que es, una época de
consumismo, nulo arrepentimiento y mínimas reales intenciones y posibilidades
de cambiar positivamente.
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