lunes, 1 de diciembre de 2014

CALIDAD Y ÉXITO DISTORSIONADOS



Se ha confundido de una manera grosera la calidad con el éxito. En un modelo de economía Neoliberal, el fin del mismo es lograr la mayor ganancia al menor costo. Por ello se abarata la mano de obra, la explotación de toda clase de bienes y servicios, no hay secreto en ello. El resultado es siempre el mismo: bienes y servicios de mala calidad y pingues ganancias para las grandes trasnacionales. No es casual que, más o menos, el noventa por ciento de la población mundial sea pobre y el diez por ciento tenga concentrada la mayor riqueza mundial.

Televisa ha llevado esta práctica al extremo, ha permitido la creación de personajes de ínfima calidad, grotescos que puedan venderse a las clases más pobres no solo nacionales sino internacionales. No es, mera casualidad que los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños hayan tenido tanto éxito popular también en los Estados Unidos y Latinoamérica en los estratos sociales marginados de la buena cultura y la educación de calidad. Y, a esto, la comercialización de estos personajes mediocres se le ha confundido con la calidad artística, al grado de darle a “Chespirito” (Diminutivo vulgar de Shakespeare), el grado de genio, dramaturgo y grande. Roberto Gómez se sintió apesadumbrado ante la obra de Shakespeare y ante la certeza de que nunca alcanzaría ni siquiera la medianía se refugió en la vulgaridad. Claro que, esto no fue óbice para que Emilio “El Tigre” Azcárraga vislumbrara la veta de falso oro que pronto le daría grandes dividendos.

Televisa explotó estos personajes a la perfección en una sociedad cerrada y controlada políticamente en un régimen totalitario y policíaco. El monopolio televisivo encaramó los personajes creados por Gómez Bolaños hasta hacerlos del gusto mexicano y convertirlos en marcas registradas que producen ganancias monetarias. Así, el éxito de los personajes de “Chespirito” (Aquí está toda la psicología tanto de Roberto Gómez como de sus personajes: mediocridad), no son por la calidad sino por la mercadotecnia televisiva y el éxito comercial no le pertenece al "artista" sino a Televisa.  

Confundir calidad artística con éxito comercial es un feo error que no habla bien de la educación y consciencia de los ingenuos que ponderan como genio a Chespirito y como genialidades sus productos decadentes. La palabra “dramaturgo” debería estar reservada a los escritores de incuestionables calidad literaria.



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