LA MORAL CRISTIANA
COMO FUENTE DEL MACHISMO
El feminismo ha
tenido sus avances significativos y no son menores las ideas sobre este tema,
las que diversas pensadoras han aportado a este movimiento. El trato digno a
las mujeres es un elemento esencial para la madurez de la Humanidad. Con todo,
no han ido al centro del problema, al corazón, a la fuente misma del machismo,
la moral cristiana.
Desde el libro del
Genesis se ha puesto al género masculino como el preponderante sobre el
femenino. La base de esto es justificada por aseverarse que el hombre fue hecho
por el Dios cristiano a su imagen y semejanza. Es decir que, es Adán es quien
tiene la cercanía con la divinidad por ser imagen y semejanza de su Creador.
Por el contrario, la mujer está hecha también por ese ser divino, pero de una
de las costillas del hombre y no a la imagen y semejanza del Dios cristiano. En
consecuencia, la mujer siempre será de segunda categoría y tendrá que cargar
con ese estigma por voluntad divina. Y, por lo pronto contra ese dogma poco se puede
hacer porque no hay voluntad de superarlo.
Claro, lo anterior no
bastaba, habría que justificar la vida en el mundo real. De vivir en el Edén
sin tener que trabajar, por probar el fruto del árbol del bien y del mal, es
decir, del saber, ambos pasaron a ganarse la vida con el sudor de la frente. A
las mujeres se led dio la tarea de cargar con el pecado original para siempre
por darle a Adán el fruto prohibido. Y, esto se ha venido cumpliendo desde hace
más de veinte siglos. Para ello se inventó toda una maquinaria insensible y
efectiva: la Santa Madre Iglesia. Una cofradía torcida y retorcida en todos sus
ámbitos.
Al llevarse a la
práctica las sagradas escrituras, se implementó el matrimonio compuesto por el
padre la madre y los hijos, siendo el varón quien estaba, en todo caso, a la
cabeza. Al llegar los europeos católicos al continente americano, gradualmente
se impuso este modelo de familia. El padre de familia era y en muchos lugares
sigue siendo quien manda de manera dictatorial con base en la Biblia. Hacer lo
contrario es pecar contra Dios y la represión en todas sus formas impide la liberación
femenina.
Fundada la familia
bajo este modelo no es de extrañar que los hombres se hayan vuelto más
violentos contra las mujeres pretextando el derecho divino aun contra la razón
humana. La misma estructura de la iglesia cristina está hecha para mantener el
machismo a toda costa. Los trabajos más altos iniciando con el del Papa,
obispos, arzobispos, sacerdotes y todos los demás puestos son ocupados por
hombres con exclusión de las mujeres que, les queda el honroso lugar de ser
monjas al servicio de los sacerdotes.
El problema del
feminismo fundamentalmente no es jurídico pues las leyes existentes a últimas
fechas son protectoras del género femenino, pero a pesar de esto sigue la
violencia contra las mujeres, en todas las formas inimaginables, hasta el
horror. El problema es de índole moral y no se puede solucionar este problema
con leyes sino cambiando de moral. Desobedecer las sagradas escrituras y en
especial el Genesis es el inicio de la solución. Crear y adoptar una moral que
descanse en valores no metafísicos es el camino a la solución. Moral
terrenal.
El cristianismo es
incompatible con la libertad, la justicia, la legitimidad, la igualdad entre
géneros y justifica la violencia contra las mujeres, aunque no se diga, aunque
no se reconozca. Claro, se han puesto a las mujeres a un largo sometimiento a
través del engaño al grado que, la gran mayoría de mujeres con gusto son
católicas día y, noche y de por vida. Por ello, no me extrañará que, tanto
mujeres como la iglesia mal entiendan el presente escrito y, se opongan y me
consideren su enemigo número uno. Eso es lo común.
Mucho me temo que, la
gran mayoría de mujeres mexicanas no están listas para iniciar semejante
trabajo tanto por la enorme carga metafísica religiosa como por la larga
dependencia a los hombres y con la iglesia vigilando su cumplimiento. Los
beneficiarios del machismo no soltaran el poder sobre las mujeres de buen grado
y sin luchar por mantenerlo. El poder sacerdotal es inmenso sobre los hombres y
más sobre las mujeres. ¿Se imaginan la liberación de las mujeres de sus
captores principales?. Esa sería una verdadera revolución sin parangón. Una
nueva atapa de la Humanidad.
Si las mujeres
quieren liberarse tienen forzosamente que derribar la moral y las estructuras
que sostienen el machismo, es decir, la estructura de la iglesia católica, de
la familia, de ver, pensar y ser del mundo. Una total transvaloración de los
valores. No tienen de otra. Seguir dándole vueltas al problema es postergar su
solución. Aunque, al parecer no están dadas las condiciones ni las circunstancias
para atacar el corazón del problema, la moral cristiana, en algún momento se
tendrá que hacer. Mientras tanto las mujeres no deben dejar de pensar y, luchar
por la igualdad de géneros y, contra la violencia machista y de todo tipo.