LA FILANTROPÍA. LOS ABISMOS HACIA LA MISANTROPÍA
Filantropía
significa el amor al hombre; al ser humano (ambos géneros), y con toda la buena
fe se debe tratar a los seres humanos como lo mas preciado en este mundo por su
valor intrínseco. Pero conocemos de los humanos la apariencia y con ello
iniciamos las relaciones de todo tipo. Ya Aristóteles había postulado que de
todos los sentidos el ver es el que preferimos para conocer, pero ese conocer
es primario y superficial.
La vida cotidiana nos da un conocer a los demás
de una manera mas profunda pues a menudo miramos más allá de lo superficial si
se tiene el asombro o si se asoma el ser oculto de los demás y hasta el propio.
Y, esto a menudo no es agradable. Imaginen que se tiene que tratar con toda
clase de personas. Desde las refinadas que han adoptado la cortesía; el trato
amable como forma artificial de ser, hipocresía pura hasta las formas crudas y
rasposas de quienes no han logrado el refinamiento de clase social o de la
academia. En este sentido, ambas formas son artificiales.
Para
lidiar con el resto debemos adoptar personajes según convenga; esto ya lo habían
descubierto los griegos. Persona significa “sonar a través de” y que se refiere
a las mascaras con que actuaban los artistas de teatro o comedia griegas. Siempre
el verdaderos ser de estos personajes quedaba oculto, es menester ese “Conócete a
ti mismo”. Por eso no es raro que, ante la falta de máscaras saltemos alterados
al percibir monstruos bajo la apariencia humana. Y, ¿Qué hay de mas humano que
ser dual?, bueno y malo.
Creamos
seres idealizados: dioses buenos y malos. Nos encanta, pues depositamos lo bueno
en seres divinizados y lo malo en seres monstruosos. Y, sin embargo, esa es
nuestra esencia dual: bueno y malo. La filantropía apela a querer a los demás seres
humanos sin mas. El trato diario nos da un desgaste continuo. No es raro que, ese amor
a los otros se torne misantropía del medio día hasta el fin del mismo. Misantropía
significa el odio al hombre, a los otros incluyendo a las mujeres. Tan solo al
despertar nos enteramos de la corrupción de los funcionarios públicos. Ya se configuró
el primer problema del día que tan solo ha estado esperando que despertemos
para agárranos por el cuello. Los vecinos imbéciles, los funcionarios ineptos.
La familia y en especial nuestras parejas. ¿Hay algo más diabólico que vivir en
matrimonio o en concubinato con quienes tienen los peores sentimientos hacia nosotros
y traman mil infiernos?. Esto sin hipocresía. Fuera máscaras. No es gratis
nuestra actual soledad.
Los
griegos tenían sus tragedias para purgar todo lo malo. Nosotros somos menos
efectivos en eso. Tenemos los vicios públicos y privados. El alcohol, las
drogas, la ira, el odio para poder soportar nuestro ser o para simplemente
evadirnos por un instante para volver a la realidad. Toda una Odisea.
Ahora
bien, estamos atrapados en este mundo. Una pecera y zoológico, una gran roca bañada de agua y mil
peligros. No podemos escapar de la misma. Ya lo dijo Arturo Schopenhauer, mundo donde
se mata o se muere con las armas en las manos. Palabras más, palabra menos. Estamos
en un mundo parcelado en continentes, Estados nacionales, ciudades y pueblos
convertidos en guetos. Aristóteles diría que vivimos en “polis”, tal como los
griegos llamaban a sus Ciudades-Estados. De allí derivó su “Zoon politicon”, como
definición del animal (ser humano), que vive en ciudades y que organiza en ella todos los aspectos de su vida. Me perece sumamente triste esta situación. De esto se
deriva nuestra necesidad de las utopías. Quien no ha soñado con evadirse lejos
de los demás, aunque sea de vez en cuando. De eso trata la fabula de
Schopenhauer.
"Unos
puercoespines se juntaban mucho en una fría noche de invierno para evitar
congelarse con el calor mutuo. Pero pronto sintieron las púas, lo que volvió a
distanciarlos. Cuando la necesidad de calor los volvió a aproximar, se volvió a
repetir el mismo problema, de tal manera que oscilaron entre los dos males
hasta que encontraron la distancia adecuada entre ellos en la que mejor podían
resistirlo. Así empuja la necesidad de compañía, surgida del vacío y de la
monotonía del propio interior, a que se junten los hombres, pero sus muchos
atributos repugnantes y errores insoportables vuelven a separarlos. La
distancia media que al final encuentran, y en la que pueden durar un estar en compañía,
es la cortesía y las buenas costumbres. A aquel que no se atiene a esa
distancia se le grita en Inglaterra: "Keep your distance!" Así sólo
se satisfará de manera imperfecta la necesidad de calor, pero a cambio no se
notarán los pinchazos de las púas. No obstante, quien tenga un calor interior
propio prefiere mantenerse alejado de la sociedad para no dar lugar a quejas ni
recibirlas." [1]
Por mi parte no me ha sido posible la soledad mínima que garantice no dar quejas o recibirlas. Prefiero pasar una parte de las noches purgando el veneno recibido durante el día. Creer y practicar la filantropía sin precauciones es la locura total; creer y practicar la misantropía como efectos de la falsedad humana una imprudencia. Vuelvo a la solución griega, el justo medio. Un frágil equilibrio entre abismos insondables.
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