viernes, 12 de febrero de 2021

CUANDO SE ESCRIBE SOBRE POLÍTICA. EL OCASO DE UN RÉGIMEN

 

CUANDO SE ESCRIBE SOBRE POLÍTICA. EL OCASO DE UN RÉGIMEN

 

Cuando se escribe sobre cualquier tema, el escritor tiene una o diversas intenciones y es menester que exprese esa o esas intenciones. Claro, eso daría una idea a los lectores de sus intereses. Tratándose de política eso rara vez se hace porque la lucha encarnizada que se da en los lodazales traería los más fétidos olores y eso no conviene, se trata de presentar como verdad hechos torcidos y, retorcidos y como personas honorables a sujetos impresentables. Es donde fallan, generalmente, periodistas, analistas y comunicólogos, interponen sus intereses o simplemente se les ordena como, cuando y quien debe escribir. No hay independencia y si falta esta, se evita la verdad a toda costa.

 

En un divorcio entre personas, en un cambio de residencia y en un cambio de época, pueden parecer hechos muy distintos, pero no lo son. Tienen en común el factor humano. En los tres casos, se trata de cambios obligados, atendiendo la necesidad psicológica de mejorar la vida personal en los dos primeros casos y de una comunidad o del mundo entero.    

 

No los voy a aburrir. Con esta premisa es dable pronosticar la derrota del, una vez, partido único de Estado, Partido Revolucionario Institucional y sus aliados. No porque, el actual gobierno sea una maravilla o no, el cambio de época no esta supeditado a la mejora material sino a una necesidad de cambios creados dentro del mismo. Las fuerzas internas y externas y de todo tipo siguen trabajando sin descanso y esto arrastra sin remedio al cambio. Cierto que, las necesidades de mejorar están latentes en las cabezas de muchos de gobernantes y gobernados; estos actúan como si fueran ellos mismos, de manera independiente, los que, independientemente, crean los cambios sin percatarse de ser engranes de toda una maquinaria actuando ciegamente y sin sentimientos.

 

Es inútil, aunque no se puede evitar, ver el espectáculo dantesco desplegado por la oposición y sus voceros actuando desde los pulpitos, tribunas, plazas, redes sociales, noticieros, mesas de análisis. No se puede parar toda esta gritería adornada con trompetería triunfante en su adolescencia. Lo único es decirles las palabras sepulcrales de Dante Alighieri: “El que entre aquí pierda toda esperanza”. La realidad no admite apelaciones ni alegatos, es como es y punto.

 


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