CUANDO SE ESCRIBE SOBRE POLÍTICA. EL OCASO DE UN
RÉGIMEN
Cuando
se escribe sobre cualquier tema, el escritor tiene una o diversas intenciones y
es menester que exprese esa o esas intenciones. Claro, eso daría una idea a los
lectores de sus intereses. Tratándose de política eso rara vez se hace porque
la lucha encarnizada que se da en los lodazales traería los más fétidos olores
y eso no conviene, se trata de presentar como verdad hechos torcidos y,
retorcidos y como personas honorables a sujetos impresentables. Es donde
fallan, generalmente, periodistas, analistas y comunicólogos, interponen sus
intereses o simplemente se les ordena como, cuando y quien debe escribir. No
hay independencia y si falta esta, se evita la verdad a toda costa.
En
un divorcio entre personas, en un cambio de residencia y en un cambio de época,
pueden parecer hechos muy distintos, pero no lo son. Tienen en común el factor
humano. En los tres casos, se trata de cambios obligados, atendiendo la necesidad
psicológica de mejorar la vida personal en los dos primeros casos y de una
comunidad o del mundo entero.
No
los voy a aburrir. Con esta premisa es dable pronosticar la derrota del, una
vez, partido único de Estado, Partido Revolucionario Institucional y sus
aliados. No porque, el actual gobierno sea una maravilla o no, el cambio de época
no esta supeditado a la mejora material sino a una necesidad de cambios creados
dentro del mismo. Las fuerzas internas y externas y de todo tipo siguen
trabajando sin descanso y esto arrastra sin remedio al cambio. Cierto que, las necesidades
de mejorar están latentes en las cabezas de muchos de gobernantes y gobernados;
estos actúan como si fueran ellos mismos, de manera independiente, los que,
independientemente, crean los cambios sin percatarse de ser engranes de toda
una maquinaria actuando ciegamente y sin sentimientos.
Es
inútil, aunque no se puede evitar, ver el espectáculo dantesco desplegado por
la oposición y sus voceros actuando desde los pulpitos, tribunas, plazas, redes
sociales, noticieros, mesas de análisis. No se puede parar toda esta gritería adornada
con trompetería triunfante en su adolescencia. Lo único es decirles las
palabras sepulcrales de Dante Alighieri: “El que entre aquí pierda toda
esperanza”. La realidad no admite apelaciones ni alegatos, es como es y punto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario