LA
DIVISIÓN DE PODERES. PESOS Y CONTRAPESOS. EL PODER SOBERANO.
La
adopción de la teoría de la “División de poderes”, nos ha dejado una gran lección.
Se ha creído y se nos ha dicho que, con esta teoría cada uno de los órganos del
Estado mexicano, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, se encargarían de
una sola función de manera correspondiente, administrar, legislar e impartir
justicia. En el caso mexicano pata nombrar ministros a la Suprema Corte de Justicia,
es el presidente quien propone y el Senado ratifica o no a una de los
propuestos. En la creación de leyes, el presidente tiene facultad de iniciar
leyes y de crear leyes reglamentarias. En resumen, la teoría inicial se ha modificado
para dar paso a la realidad.
Ahora
bien, durante la hegemonía del partido único de Estado, el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), la teoría de la “División de poderes”, fue
una ilusión pues, no obstante, de estar plasmada en la Constitución General, en
la realidad era el ejecutivo federal el órgano hegemónico y los restantes estaban
a su entera disposición. A esto se le llamó Presidencialismo. Esto se replicaba
y se sigue replicando en las entidades federativas donde el gobernador
sobrepuja a los dos órganos restantes. Todo esto constituía un sistema político
totalitarista, antidemocrático, injusto y cerrado. Esto dio como consecuencia
que los tan traídos y llevados pesos y contrapesos fueran parte de esa ilusión democrática.
En suma, se utilizó esta teoría para maquillar la realidad y sojuzgar al pueblo
mexicano.
El
1 de julio d 2018, el pueblo y en concreto los votantes nos dieron una lección central
y la solución a los males del Estado mexicano, la intervención del pueblo
mexicano en su calidad de soberano único, en la terminación de un régimen para
tratar de construir otro. Es evidente que no fueron los órganos del Estado ni
sus instituciones las que propiciaron ese cambio. Por el contrario los órganos del
Estado mexicano estaban en contra de una cambio democrático y se opusieron con
todas las prácticas más viles, deshonestas, fraudulentas, antidemocráticas,
ilegales e ilegitimas. Y, esto es conocido de manera pública.
El
camino es largo y siempre peligroso pues el poder público subyuga a los políticos
al grado de volverlos antidemocráticos y ya nunca quieren dejar el mismo.
Muchos otros políticos son fracasados en la iniciativa privada y encuentran en
lo público un lugar en donde vivir sin mucho esfuerzo y sin aportar lo mínimo a
la cosa pública. Por doquier se haya el Estado mexicano cercado por sujetos
vividores y de toda la más baja ralea. “Vivir fuer del presupuesto es vivir en
el error”, es su lema.
Los
viejos políticos acostumbrados a vivir de traiciones al pueblo no se han ido, están
al acecho para regresar para imponer el viejo régimen. El pueblo no debe
permitir esto y tiene la gran oportunidad en este 6 de junio de 2021, en las
elecciones intermedias para seguir con el trabajo de desaparecer a los partidos
y políticos que se oponen al avance democrático.
La
tarea no se acaba ahí. Los nuevos funcionarios públicos son humanos y como
tales, al tener acceso al erario y todo lo público estarán tentados a cometer ilícitos
administrativos, civiles o penales. En consecuencia, no se les debe dejar
actuar sin pediré resultados y cuentas claras sobre sus funciones públicas. Creer
que un mero cambio de régimen basta para sanear los males es un error inmenso. Recién
iniciamos el camino democrático y ya el partido en el poder inicio su corrupción
a través de viejas prácticas y por los mismos sujetos ya conocidos. Es tarea
del pueblo no dejarse engañar nunca mas o en su caso, tendrá que lamentarlo
otros cien años.
En
resumen, es la intervención del pueblo soberano el que puede poner equilibrio a
los órganos del Estado mexicano. Los gobernantes nunca tendrán plena intención de
gobernar bien, tan luego llegan los candidatos al poder no se les vuelve a ver
ni el polvo, se sientan en las curules, en sus sillas y cierran las oficinas, se
quitan las mascaras y se muestran como realmente son y esto es de conocimiento público.
Es por ello, que se debe abandonar la “División de poderes” y reglamentar la intervención
directa del pueblo con penas severas a quien o quienes traten de impedir el
ejercicio soberano del pueblo.
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