jueves, 30 de noviembre de 2017

MUERTE DESAPERCIBIDA Y MUTACIÓN




La muerte de una época o un sistema político a menudo pasa desapercibido para los propios seres humanos o, no se entiende que está pasando. Atenas daba sus últimos frutos filosóficos y artísticos mientras iniciaba su decadencia sin que los atenienses lo sospecharan. Esparta ganó las guerras del Peloponeso pero quedó tan débil que no tardaría en desaparecer en el más absoluto silencio y ni se diga de la esclavitud en los Estados Unidos; muchos esclavos al recibir la libertad no supieron que hacer con la misma.

El sistema político mexicano llamado Presidencialismo ha muerto sin duda alguna, al perder el presidente,  sus dos bases fundamentales: el monopolio político y el monopolio de la rectoría de la economía. La política en su tiempo, forma y práctica ya es tema de diversos partidos y de los ciudadanos; el tema de la economía lo dominan las trasnacionales. Es paradójico que le propio Enrique Peña Nieto hubiera dado los últimos y más certeros golpes para que se terminara el Presidencialismo ya agónico con sus reformas que llama estructurales en el 2015.

Los políticos como buitres humanos tratan hacerse de los despojos del sistema político para transformarlo en una dictadura de partidos con algunos de sus miembros haciéndose pasar como ciudadanos independientes. Pero eso no es otra cosa que una mutación degenerada del Presidencialismo. Desesperado, el presidente trato el día 27 de noviembre de 2017, de revivir los viejos rituales de hace 60 años con resultados francamente ridículos y de mal gusto con los efectos contrarios a los que buscaba: ungir ante y para el pueblo a José Antonio Meade.

Es evidente que el Presidencialismo está bien muerto como sistema practico pero los políticos hábilmente no lo confiesan porque ello significaría aceptar el fracaso de toda la clase política y eso, es como darse de tiros en todo el cuerpo. Los políticos no lo van a aceptar y van a tratar de llevar al pueblo por caminos torcidos y retorcidos por ellos mismos. Su descredito aumentaría con efectos nocivos.

Pues bien, quizá los ciudadanos no nos demos cuenta plena de que tenemos la oportunidad sin igual de cambiar este sistema político por otro que esté libre de toda la legalidad actual que únicamente sirve para que los gobernantes, políticos y arribistas se hagan ricos con lo público sin responsabilidad porque, tanto los que hacen las leyes como el órgano judicial están en sintonía para que, los delitos cometidos por los funcionarios públicos y políticos no sean castigados o las penas sean mínimas, ridículas. Con ello no solo no se combate la corrupción sino que se alienta y protege. Es hora de que los ciudadanos, el pueblo en general participe en la política hasta volverse activos significativos para que no se tuerza la creación del nuevo Estado mexicano en esta época híper moderna.

La pastorela fuera de tiempo que escenificó el presidente de México significa que todo está perdido para su partido pero trató de hipnotizar, encantar o por lo menos llamar la atención con la intención de mantener la ilusión de lozanía, de fortaleza y ¿por qué no?, de honorabilidad, rectitud, profesionalismo en la persona de Meade. La mutación del PRI está hecha, corresponde al pueblo ver la farsa, la corrupción oculta y desmontar, desbaratar el hechizo torcido.  



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