La
palabra indígena proviene de las raíces latinas Inde que significa “de allí” y gens
“población”, es decir, indígena significa “Originario del lugar”, claro, lugar
de nacimiento y como todos hemos nacido en un lugar determinado, todos somos indígenas.
Eso por razones prácticas de distinción, de comunicación, de orden legal,
cultural, ideológicas y muchas más pero en realidad, todos somos seres humanos.
Se
cree que designando como indígenas a los descendientes de los pueblos
originarios se les hace un favor o se les da un trato digno, eso es falso y,
por el contrario, denigrante pues se les trata con un paternalismo romántico; quizá
bien intencionado pero ineficaz e inaceptable. Un verdadero humanismo debe
tratar a todos los seres humanos como tales, sin excepción y, que sean sus
virtudes o sus vicios propios los que hagan la diferencia y no definiciones
artificiales, construcciones oficiales que sirven para todo menos para una
verdadera hermandad.
Claro,
en la práctica nos topamos con seres humanos indeseables pero la censura o
calificativo debe ser por sus acciones que son siempre a posteriori y no se
debe dar tratos malos por una definición a priori. Así somos los seres humanos,
para decirlo literariamente, dulces o amargos, pero en todo momento no debemos
olvidar ni dejar de practicar que somos seres humanos que vamos tomando nuestro
lugar por nuestras acciones virtuosas o no y, no por determinaciones,
conceptos, ideologías que están fuera de lo que somos los seres humanos.
Por
otro lado, tenemos la palabra indio como instrumento de injuria pero eso es de
risa porque los indios son de la India, lugar no definido por completo y que genéricamente
los europeos llamaban “Las Indias”. El Buen Cristóbal Colón, como muchos otros
intentaba encontrar una ruta diversa a la ordinaria para llegar a las Indias
pero literalmente se topó con lo que hoy llamamos América y allí comenzaron las
confusiones y los errores pues llamo a este continente “Las Indias”. Al darse
cuenta de que esto no era así, llamaron a este continente “Las Indias
Occidentales”, en contraposición de “Las Indias Orientales”. De allí quedo la
malsana costumbre de llamarnos “Indios”. Por si esto no fuera poco, a los indios
de la India se les cambio el gentilicio y se les llama ahora hindúes para
justificar que se nos llame indios con su carga peyorativa. Como todo este lio
de errores es inaceptable, amablemente debe rechazarse so pena de que sigamos
aceptando ser tratados de manera indebida.
En
mi caso particular, soy descendiente de los pueblos originarios. Mi apellido Míaz,
es una deformación de Miac, de origen Náhuatl. Por azares de la vida perdió su
forma original y su significado “Mucho”. A veces pienso en mi nombre y, hallo
que es harto desproporcionado: Víctor Hugo Míaz Serrano. Víctor significa “Vencedor”,
Hugo, “Inteligente”, Miac, “Mucho” y
Serrano, que proviene de la sierra. Vaya ser humano superior en el nombre. Sin
embargo, es cosa de mis padres, gracias a Satanás, estudié formalmente filosofía
y, ahora sigo mis estudios de manera personal y hallo que únicamente soy un ser
humano, no mas pero no menos. E ¿indígena?, claro, como todos. ¿Indio?, no,
mexicano.
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