La conquista del imperio azteca se
pierde en el tiempo y, ni al gobierno, a los estudiosos, historiadores ni al pueblo les importa la verdad. Y, ¿Por
qué debe importarnos la verdad?, por la simple y llana razón de ser esta donde
se debe edificar y no en la ideología ni en las mentiras. Para la dominación de
un pueblo se debe quitarse la calidad de personas dignas a los individuos a
través de la ideología de superioridad, apuntaladas por la religión. Todo
derecho divino es superior por sobre todo derecho natural y positivo. He ahí la
base de los prejuicios y de las ideologías de dominación.
Bien, debemos atenernos a lo que Hernán
Cortés nos narra en sus “Cartas de Relación”, específicamente en la llamada
Tercera. No es fácil pero tampoco imposible saber un rango de españoles, de
tlaxcaltecas, cholultecas, huejotzincas, chalcas y demás aliados que inicialmente
fueron a la guerra contra los aztecas y aliados. No se vaya a creer que los
escasos españoles podían vencer solos a los mexicas por muy valientes que
fueran los primeros.
Cortés narra que, el 28 de abril de
1521, hizo un recuento de los españoles que lo acompañaban a la guerra contra
Tenochtitlan. Este es el resultado, 86 de a caballo, 118 ballesteros y
escopeteros y 700 y tantos peones de espada y rodela. Como se verá más o menos 904 españoles eran una fuerza
insignificante para conquistar un imperio del tamaño y calidad del azteca.
Imaginen a los caballeros tigre y águila que estaban acostumbrados a pelear a
muerte su iban a estar intimidados, máxime que en ello les iban sus dominio y
por si esto fuera poco, la vida misma y, a los sobrevivientes la forma de esta.
Ahora bien, sabemos por la historia de
los religiosos que vinieron a México y por la historia de México que es inequívoca
sobre el valor y calidad de los caballeros tigre y águila. Los primeros nos
dice Fray Bernardino de Sahagún, tenían como obligación tomar cautivos hasta
diez guerreros cuextecatl pero si querían llegar a ser caballeros águila deberían
tomar como prisioneros hasta “…cinco de Atlixco, o de Huexotzinco, o de
Tlihuitepec”[1].
En efecto, los mexicas no habrían podido
conquistar todos los pueblos en tan grande territorio si no hubieran sido
guerreros de primera línea mundial. A esto súmesele que ya para ese momento se habían
dado plena cuenta que los españoles eran seres humanos comunes y corrientes y
no seres divinos. Torcer la realidad no tiene otro fin que llenar de vanidad a
los españoles y, de negar la calidad humana a los mexicas y pueblos naturales
de lo que ahora llamamos México.
Bien, pasemos a ver y saber lo que el
propio Cortés como los verdaderos vencedores de los Mexicas lo fueron los tlaxcaltecas,
los huejotzincas, cholultecas, chalcas en un inicio y después todos los demás pueblos
que se van sumando a este ejército. Es de esperar que a los historiadores tradicionales
no les guste la verdad pero precisamente esa es mi vocación como filósofo.
Para el 20 de mayo de 1521, estando en
Texcoco, las cifras han variado, aunque no de manera significativa. Se hacen
los preparativos finales para iniciar el asedio de la ciudad de Tenochtitlán. En
este punto los diversos autores de la historia que nos ocupa no se ponen de
acuerdo pero aquí, seguiremos a Cortés.
Hice capitán de una guarnición, para
usar sus términos, a Pedro de Alvarado “…y dile treinta de caballo, y diez y
ocho ballesteros y escopeteros, y 150 peones de espada y rodela, y más de
veinte y cinco mil hombres de guerra de los de tascaltecal, y éstos habían de
asentar su real en la ciudad de Tacuba”[2].
“De la otra guarnición hice capitán a
Cristóbal de Olid, al cual di treinta y tres de caballo, y diez y ocho
ballesteros y escopeteros, y ciento sesenta peones de espada y rodela, y más de
veinte mil hombres de guerra de nuestros amigos, y éstos habían de asentar su real en la ciudad de Cuyoacán”[3].
“De la otra tercera guarnición hice
capitán a Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor, y dile veinte y cuatro de
caballo, y cuatro escopeteros y trece ballesteros, y ciento y cincuenta peones
de espada y rodela; los cincuenta de ellos, mancebos, que yo traía en mi
compañía, y toda la gente de Guajucingo y Crururtecal y Calco, que había más de
treinta mil hombres; y éstos habían de ir por la ciudad de
Iztapalapa a destruirla,…”[4].
“Para los trece bergantines con que yo
había de entrar por la laguna, deje trescientos hombres; todos los mas, gente
de mar y bien diestra; de manera que en cada bergantín iban veinte y cinco
españoles, y cada fusta lleva su capitán y veedor y seis ballesteros y
escopeteros“[5].
En suma este era el ejército dispuesto
para el asedio inicial de la ciudad de Tenochtitlan y que pronto se iba
incrementar a medida que iban avanzando las tres guarniciones. Ahora bien,
haciendo la suma de todos los españoles que nombra Cortés, se tiene un total de
902 españoles. En efecto, aunque hay discrepancias entre los diversos
historiadores los españoles no llegan siquiera a 1000.
Pero a esto hay que sumarle los
aproximadamente 50,000 tlaxcaltecas, y los 30,000 de Huejotzingo, Cholula,
Chalco y demás aliados. Estos conformaron la verdadera fuerza que hizo posible
la caída del imperio azteca. Cortés y los españoles sin duda alguna fueron muy
valientes y muy buenos al liderar a estas fuerzas contra el imperio pero no los
verdaderos conquistadores pero si beneficiarios de la victoria sobre los
mexicas. Lo demás es historia por corregir.
El imperio azteca se fue agrandando a
fuerza de conquistas implacables sobre pueblos diversos que al igual que las
polis griegas querían a toda costa su independencia. Dos pueblos no habían
podido doblegar los mexicas, a los tlaxcaltecas y, a los michoacanos. Si
tomamos en cuenta que los tlaxcaltecas eran del mismo tronco que los aztecas y,
eran tan temibles como a los propios mexicas ya se puede adivinar el resultado
de la alianza con los españoles.
La unidad del imperio mexica era
artificial, no había una verdadera solidaridad entre los pueblos sojuzgados
para con los aztecas y, el odio que habían hecho nacer palpitaba constantemente,
únicamente hacía falta un catalizador para explotar. Y, explotó y,
prácticamente todos los pueblos bajo el yugo azteca se les fueron a la yugular
e hicieron mil pedazos al imperio para gradualmente, dar paso al final el
surgimiento de una nación: la mexicana.
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