Los criminales y
delincuentes pocas veces nos permiten ver su ser más íntimo. La mayoría de las
veces conocemos la realidad mediada. Arturo Schopenhauer decía que el medico conocía
al ser humano en toda su enfermedad, el sacerdote en toda su necedad y el
abogado en toda su maldad. Con todo, eso no debe acotarse a estos tres casos
sino ampliarse al filósofo y, al escritor. Los modelos de villanos no solo se
hayan en las cárceles ni en la vida común sino en la política. Es recomendable
asistir a asambleas y reuniones políticas para ver la intimidad repugnante del
ser humano en condiciones desnudas y desatadas por la ambición desmedida y toda
clase de impulsos primarios. Allí está todo el conjunto de bajezas en reunión de
aquelarre. Allí tiene esperanzas el fracasado en las ciencias, el fracasado en
la vida privada, el más ignorante puede aspirar a ser alguien pues no se
necesita más que despojarse de la careta y mostrar las garras y los colmillos. No
hay lugar mejor para atrapar modelos de villanos. Los escritores estarían sin
verdadera materia para sus obras. Es asquerosamente encantador ver las entrañas
de la bestia.
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