Ninguna
circunstancia más propicia para mantener el control, aunque este sea precario
y, a buen resguardo, es crear el caos, la ineficiencia de los órganos, de las
dependencias y todas instituciones y organismos del Estado.
La
presente época de zozobra pública es producto del abandono, del volver raquítico
y enteco al Estado mexicano. Uno de los rubros principales, la seguridad pública
ha sido puesta en su mínima expresión, de tal manera que, la delincuencia en
todas sus formas ponga en constante peligro al pueblo mexicano. No es un
secreto que, tanto en las grandes ciudades como en las rancherías más alejadas
el rubro que más esté ausente sea la seguridad pública y, no es raro que, los mismos
elementos de la seguridad pública sean parte de la delincuencia. Terror sistemático
de Estado por parte del gobierno.
El
fin solo puede ser mantener el poder político por parte del actual gobierno. Es
sabido que el actual sistema ha dado lo que pudo haber dado en lo bueno y malo.
El Presidencialismo está muerto, bien muerto. Los dos puntales sobre los que se
sostenía el sistema político han sido arrebatados al presidente de la república;
el monopolio de los tiempos políticos, al surgir más partidos y, por ende,
perder muchos estados, congresos, municipios, la presidencia de la república en
dos sexenios y la mayoría absoluta del Congreso General; el otro rubro lo es,
el monopolio de la rectoría de la economía, ahora en manos de las
trasnacionales. Sin estos dos elementos adiós Presidencialismo.
El
Priismo anda a la deriva y, en peligro de pasar a ser un partido político más
de la política mexicana. Ya no tienen rumbo por carecer de un proyecto político
propio y tan solo limitarse a adoptar el Neoliberalismo en medio de una corrupción
sin precedentes y una necesidad de impunidad. Por ello este gobierno se ha
dedicado a dejar paraliticas a las instituciones que investigan los delitos
electorales, los delitos del fuero federal y combatir a la corrupción. Se
acerca el 2018 y los priistas tienen menester de por lo menos tener un sexenio
de salvavidas. En seis años sus delitos se habrán olvidado. Necesitan reinventarse.
El
método de Peña Nieto es quejarse de la sociedad civil, de los partidos políticos
contrarios a sus intereses y sostener la legalidad de su gobierno mientras
desmantela las dependencias para así poder cubrir sus delitos e irse con toda
impunidad a gozar de lo mal habido.
Un
pueblo en zozobra no puede tener la libertad de elegir libremente a sus
gobernantes. La inseguridad pública y, la inseguridad en todos los rubros son
el escenario perfecto para desarrollar todos los actos ilegales para la comisión
de otro fraude electoral o por lo menos dejar lisiados los órganos y
dependencias de todo el Estado. Un pueblo preocupado y ocupado por cuidarse de
los delincuentes no puede concentrarse en la democracia. El actual gobierno ha impuesto
la ley de la selva como medida de salvación y, en buena parte lo ha logrado. La
última palabra la debería tener el pueblo. Veremos aquí su madurez o su
adolescencia.
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