viernes, 3 de noviembre de 2017

EL MITO DEL LABERINTO




Los griegos y, en especial los atenienses se explicaron cómo veían a los cretenses en un contraste ideológico entre los atenienses con su pensamiento filosófico y los cretenses, rudos, ásperos, en suma bárbaros. El sacrificio de jóvenes cada nueve años era la cima de esta barbarie, de la cual los salvó Teseo.

En México estamos en el mismo laberinto que pide el sacrificio del pueblo cada seis años. La corrupción yace en un laberinto oscuro e intrincado, donde cualquier deseo de matar al Minotauro de la corrupción es acallado con el terror, el intento de castigar a los corruptos se convierte en una sentencia inapelable; tal y como la hemos visto con Santiago Nieto. No fue el Teseo que matara al Minotauro y francamente no se ve un héroe que pueda acabar con este lamentable estado. ¿Quién o quienes, hará o harán, el personaje de Ariadna?. Conducir al pueblo fuera del laberinto es lo primordial.

Los mitos son formas de explicarse el mundo y, en nuestro caso, no debemos esperar que una sola persona termine con el Minotauro de la corrupción mexicana sino que, el porcentaje suficiente de ciudadanos debe actuar apoyando a los políticos que en realidad estén dispuestos a cambiar este régimen podrido, desde el presidente de la república en turno hasta el más modesto presidente municipal. La tarea es gigantesca pero no imposible.

Ejemplos de cambios radicales nos los han dado los espartanos con las leyes de Licurgo, los atenienses con su democracia y, los mexicas con su forma de gobierno ordenado y con pocos delitos cometidos. La política no se puede hacer con una receta de farmacia ni de cocina sino con el cambio de forma de pensar y de actuar del pueblo, de donde emanan los políticos y de un estricto control de los gobernantes. Y, eso es tarea del pueblo en general.




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