jueves, 11 de mayo de 2017

JUAN ZEPEDA, EL CID CAMPEADOR DE CRISTAL




Si creemos las palabras de cómo llegó a la política Juan Zepeda, haber tenido la suerte de tramitar el permiso de una persona en su tierra natal para un negocio acosado por la administración; su formación política en una especie de suerte sin par; su adicción al programa “El Calabozo” tendremos un cuadro muy parco sobre quien es, sobre su ser.  

Ahora bien, el Partido de la Revolución Democrática, es ya un cadáver, está muerto para las grandes ligas. Pasó de partido de masas a partido de burócratas. En efecto, al PRD ya no le queda otra opción que venderse al mejor postor con el disimulo de las alianzas. Los dueños del PRD, los Chuchos han estado con un bajo perfil. En este contexto ha surgido Juan Zepeda, con un entusiasmo propio de quien se encuentra la hoya al final del arcoíris.

Si el entusiasmo es genuino sin tomar en cuenta las circunstancias, Juan Zepeda es un ingenuo; si tiene consciencia de los hechos, es un buen actor. Como sea, Zepeda no tiene la mínima garantía de ganar las elecciones del estado de México. La tierra más querida del priismo, la cuna de la tiranía no la perderán así como así, sin echar la casa de la corrupción y de las malas artes por la ventana de cada mexiquense. Que los priistas pierdan su mejor bastión político seria el acabose, el clavo más firma en al ataúd político. Adiós el sistema corrupto priista. Se terminaría toda una época que no sería posible resucitar. El PAN, el PRD, el VERDE, Nueva alianza entre otros entraron al gobierno para reproducir el mismo sistema. Con la llegada de la alternancia en el poder no llegó el fin del sistema político corrupto sino su ejercicio pleno por los demás partidos políticos, en concreto por las cúpulas de los mismos pues los militantes solo son y han sido carne de cañón; siguen más pobres que con el régimen priista.

Lo mejor del perredismo se ha ido; el partido ha quedado despoblado por el desencanto por no haber podido ganar la presidencia de la república en múltiples ocasiones y por la burocratización del mismo; ya hay pocos militantes activos, su lugar lo ocupan los burócratas. Se tornó en lo mismo que combatió: una bolsa de trabajo, en una burocracia que defiende más el trabajo, el sueldo que la democracia y a la larga se ha perdido partido y pronto el trabajo.

En este contexto surge este “Cid Campeador” que cabalga embistiendo a sus enemigos políticos, haciéndoles retroceder, caer, quedar en ridículo como a Del Mazo. Ahora bien, el candidato priista es una copia de la chabacanería, de la ignorancia, de la política hueca e institucional que desconoce la picardía mexicana en la que es diestro Zepeda y en la que cayó en el primer debate. Su cara y parálisis corporal nos dio el espectáculo  y respuesta. Por ello, fue más necesaria la intervención de Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila para tratar de rescatar a Del Mazo del circo romano, un cachorro de león tenía la firme intención de devorarlo; eso no, a salvar al cachorro rosa.

Del PRD se han ido los dirigentes más sobresalientes y piedras fundamentales del mismo y se quedaron los más ambiciosos pactistas y colaboracionistas del régimen. Los líderes del PRD, se han vuelto ricos y les importa un cacahuate la suerte de su militancia aunque digan a los cuatro vientos lo contrario. En este desierto de verdaderos liderazgos los líderes perredistas han soltado la última carcajada, su última jugada, Juan Zepeda “El Cid Campeador”, que arrolle con su ingenio a sus contrincantes y lo ha logrado pero con la frialdad necesaria sabemos que esto es una ilusión; en primer y último lugar está el PAN, para negociar con el PRI, para ganar las elecciones o pactar. Con Juan Zepeda, únicamente se pueden ilusionar los ilusos, los inocentes, los poco seso, los desesperados que lo ven cabalgar imponiendo terror imaginario. Las escaramuzas ganadas (Los debates), que piensa Zepeda ganó, no son los determinantes para ganar las elecciones; detrás de están los aparatos de los partidos y el suyo está de capa caída, muerto para las grandes empresas. Pues bien, Juan Zepeda regresa de Los Estados Unidos y encuentra un desierto y se le ocurre que es el lugar y el momento de sembrar y cosechar las mieles de la abundancia. 

Juan Zepeda, lo sepa o no, puede ser quien beneficie al PRI, en estas elecciones al dividir el voto. Ahora bien, eso no sería más que un retardo para que se termine este sistema político corrupto para bien o para mal. Terminará no por deseos generales ni particulares sino por las necesidades reales de este momento en que, las trasnacionales han tomado el poder político bajo su mando, desplazando a los gobiernos y políticos del centro de la escena. El presidencialismo surgió y sirvió durante el Priato, hasta 1994, y a partir de ahí ha estado agonizando, solo la corrupción y loca ambición de los políticos le han insuflado vida artificial. Pero la realidad exige que los ciudadanos organizados entren en escena a lado de las trasnacionales para escribir el siguiente capítulo.


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