La
vida por sí misma no tiene sentido; es lo más valioso que se tiene, eso sí,
pero precisamente ese sin sentido, esa incertidumbre es el acicate para que los
seres humanos traten de orientarse y darle el sentido que más acomode a cada
uno. La falta de sentido de la vida es el drama que todos los seres humanos
vivimos durante nuestra existencia; quienes logran sortear esa senda sembrada
de obstáculos se nos presentan como dichosos, los que no como desgraciados. Flotamos
en gran abismo y braceamos desesperadamente para no caer e increíblemente muchos
nos enseñan el norte, el gran norte de nuestras vidas. A esos les llamamos
maestros de la vida.
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