lunes, 29 de mayo de 2017

EL FUTURO DEL PRIISMO, SIN FUTURO




El priismo como sistema político no tiene futuro, se terminó cuando el propio PRI puso en decadencia su mayor activo y base: el Presidencialismo y puso la economía a disposición de las trasnacionales. Sin esos dos elementos, un presidente que era el motor único, de la política y de la economía, nacionales; el PRI no puede ser otra cosa que uno más de los partidos políticos en México y competir bajo las mismas condiciones cuando no tenga las arcas del erario.

Enrique Peña Nieto ha volcado todo el aparato del Estado para tratar de ganar las elecciones en el estado de México y suponiendo que gane, con ello, no soluciona los grandes problemas nacionales como lo son su propia enorme corrupción, la inseguridad pública nacional, la salud pública, la educación, la sobre explotación de los recursos naturales, minerales de fauna y flora, del agua y la pobreza extrema por citar algunos rubros.

El problema se traslada a los ciudadanos que no deben de perder de vista que son esos los problemas que tienen que enfrentar porque el actual gobierno no solo no quiere, está impedido para ello por ser la fuente de todos esos problemas. Independientemente de la filiación partidista los mexicanos deben ver que, sus propios líderes son los que se niegan a dejar morir este sistema político corrupto, a la que le insuflan vida artificial con el ejercicio de la corrupción priista de la cual participan.


Los problemas nacionales no se podrán resolver ni a medias sino entran los ciudadanos a luchar porque se inicie, a lo menos su solución, el priismo como sistema político esta agónico. Sin el presidente todo poderoso y sin la rectoría de la economía el Estado moderno en México y priismo están acabados; esas eran sus bases y ya no existen. Las bases del Estado híper moderno lo son las trasnacionales y el pueblo mexicanos en general. El propio priismo liberó a los ciudadanos del paternalismo al privatizar lo público y, ahora pretende seguir siendo el partido hegemónico a través del miedo, la mentira y la corrupción, es decir, con el puro petate del muerto.


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