miércoles, 24 de mayo de 2017

EL EXTRAVÍO DE LA IZQUIERDA OFICIALISTA



Los perredistas comunes y corrientes se han volcado en las redes sociales con la desesperación propia de quienes están en el umbral del peligro de extinción política; luchan por su trabajo en el partido, por su forma de vida, por su identidad vapuleada y hasta por una ideología que saben que está totalmente torcida pero que no aceptan públicamente. Lo más trágico lo llevan a cabo aquellos que defienden al PRD por honor, dicen. ¿Por honor a qué?- Pamplinas, simulaciones.

La mayoría de perredistas de este estilo no tienen la suficiente claridad para el análisis ni la crítica certera, se lanzan contra López Obrador como si fuera algo personal y su campeón Juan Zepeda un Titán de la política muy superior al primero. No hay tal; sin embargo, esta lucha desesperada es como todas las de su estilo y no van a cambiar de forma de pensar y de actitud. Quienes se encuentran desesperados hacen cosas y actitudes desesperadas; tienen la cabeza de adorno.

Por su parte, sea como sea López Obrador y Juan Zepeda viven bien; esto sin entrar a un juicio de valor sobre si esto es merecido, inmerecido o valoraciones parecidas. Mi punto es que, a quienes oprime con toda su fuerza, este sistema político corrupto y evidentemente los corruptores, son a los mexicanos menos afortunados para decirlo con un eufemismo o bien a los más pobres y pobres. Deberíamos centrarnos en que, este sistema político caiga con todas sus consecuencia y se erija otro que responda a las demandas del pueblo llano y no estar royendo un hueso que es insustancial sin que deje las condiciones para que los más pobres puedan salir de su postración; con todo, el tipo de ciudadanos que son hombres y mujeres de partido son los más obtusos y prefieren seguir con sus diatribas contra Andrés Manuel; se regodean con mil y un tonterías y se ríen inconscientemente de sus dichos y actos para satisfacer su ego sin darse cuenta que se ríen de un supuesto fracaso de los líderes como si no fueran ellos mismos de la desgracia general; es patético ver como se ríen de su propia desgracia y hacen suyos triunfos y derrotas de sus líderes, es decir de personas ajenas que viven bien, muy bien.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario