En
política pocas son las casualidades porque son los políticos interesados los
que realizan actos tendientes a lograr sus objetivos: alcanzar o mantener el
poder. La Fiscalía General de la República ha reconocido que Javier Duarte se
encontraba desde inicios de noviembre de dos mil dieciséis en Guatemala. Es
imposible que Duarte pudiera disfrazarse y pasar desapercibido su cuerpo y
rasgos fisonómicos no le permite tales acciones. Se acercan las elecciones en
el estado de México y los lideres del Partido Revolucionario Institucional saben
que es muy probable que, pierdan su bastión más importante, la cuna del grupo
Atlacomulco, mismo que ha gobernado desde la creación del partido único de
Estado ya casi 90 años. Los priistas saben que con el Partido Acción Nacional
pueden transar y volver a gobernar en una alternancia cómoda pero esto no pasa
con la izquierda. Por ello, la captura
de Javier Duarte se hace sospechosa.
Los
bajos índices de popularidad y de intención del voto a favor del candidato
oficial Alfredo del Mazo, a pesar de los irregulares programas que se han
implementado en el Estado de México, han obligado a Enrique Peña Nieto a forzar
la elección a través de todos los medios posibles, aun los más escandalosos e
ilegales si ética alguna al hacer uso de
la Fiscalía General de la República con claros tintes electorales. Los priistas
no dudaron en sacrificar a Duarte con tal de no perder el Estado de México
porque si pierden este estado, seguramente perderían la presidencia de la república;
eso sería, la puntilla para terminar con el sistema político corrupto del cual
se han beneficiado por casi noventa años. La democracia significa la muerte política
de muchos de los actuales dirigentes del Partido Revolucionario Institucional.
El
Partido Acción Nacional, siendo comparsa del PRI, no ha tenido empacho en
lanzarse en contra de Andrés Manuel López Obrador al asegurar que el mismo recibió
dinero mensualmente del ex gobernador de Veracruz. Se ve una acción concertada
entre Peña Nieto, el PRI, el PAN, la Fiscalía General de la República y una legión
de periodistas que han disfrutado del sistema político corrupto. No es de
extrañar que pronto se suelte un ataque bien diseñado para tratar de frenar a López
Obrador.
Claro,
los panistas, priistas y periodistas callan que, no se trata de hacer daño a la
economía, a la nación mexicana ni a otros Estados o naciones sino de terminar
con este sistema corrupto que todo contamina. Este sistema político ya se agotó
para seguir operando en favor de la nación mexicana y es imposible que responda
a la nueva realidad. Este sistema político ya solo sirve a los políticos corruptos;
ahí están las pruebas irrefutables: seis gobernadores imputados por parte del
PRI y cinco del PAN. De lo que se trata, precisamente es de terminar con la corrupción
pues tal es la médula del actual sistema político para tratar de frenar la migración
ilegal, la pobreza extrema, la corrupción en lo posible en lo público y fincar
responsabilidades administrativas, civiles y penales efectivas a quienes cometan
violaciones a las leyes administrativas, civiles o penales.
Que
no nos extrañe que Javier Duarte sea usado como moneda de cambio y este, previo
acuerdo, salga a declarar que, efectivamente, tuvo acuerdos con Andrés Manuel López
Obrador e hizo entrega de dinero de manera periódica y constante según acuerdos
entre ambos. El PRI y el PAN no tienen ningún escrúpulo para ejecutar cualquier
bajeza con tal de seguir operando en la corrupción propia.
La
simulación de justicia por parte de Peña Nieto está a la vista y, es deber de
los ciudadanos no dejarse engañar y con ello perder lo poco que queda de bueno
de la cosa pública. La tarea no es poca pues, el PAN se ha declarado comparsa
del PRI junto con los viejos periodistas corruptos. Se tienen todos los medios
legales y la acción política particular o colectiva para imponer la democracia
en México.
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